México se apresta a conmemorar los
doscientos años de la independencia de España. Pero, otra vez aparece la
excepcionalidad mexicana: también se cumplen cien años de la Revolución. la
imposición calendaría tendrá en un presente de crisis, de transformación e
incertidumbre. En términos apocalípticos: en un presente que a veces se muestra
“perdido en los tiempos”. La continuidad con el pasado ha sido cuestionada,
desde la historia y desde la política, y el futuro ya no puede invocarse como
fundamento de esperanza ni como garantía de seguridad en el presente. este
“desconcierto” temporal comienza a reflejarse en los modos de invocar al pasado
y al futuro a los que se recurre en los discursos políticos y en las
intervenciones en los espacios públicos.
El recurso a los tiempos, al pasado y
al futuro, atraviesa los diferentes escenarios de conflicto, los “sucesivos
presentes” por los cuales México se acerca al Bicentenario. Y si bien este
“recurso a los tiempos” no zanja las grandes controversias en el espacio
público-político (reforma energética, agenda de seguridad, reforma del estado,
cuestión impositiva), da pistas sobre el clima cultural de época. los aspectos
técnicos, financieros, legales y sobre todo políticos de las posturas en pugna
en torno a las diferentes cuestiones son complejos, pero una mirada rápida
sobre algunos debates pondría en evidencia que el pasado ya no es) fuente de
legitimidad y que el futuro ya no puede fundarse, responsablemente, en el
principio de esperanza.
Conquista
y colonización de América
La
conquista y colonización de América se refiere al proceso histórico por el cual
diversas potencias europeas conquistaron y establecieron sistemas de dominación
colonial. Este proceso implicó la desaparición de los grandes imperios
americanos, particularmente el Imperio inca y el Imperio azteca, así como el
colapso demográfico de la población americana. Simultáneamente, las potencias
coloniales impusieron el uso generalizado de idiomas europeos en América,
principalmente el español, el inglés y el portugués.
América
fue poblada y ocupada en toda su extensión, muy probablemente por culturas
asiáticas que ingresaron al continente por el área de Beringia, en el norte.
Las culturas y civilizaciones en América surgieron y se desarrollaron sin
contacto con las culturas y civilizaciones africanas, asiáticas y europeas, por
lo que resulta adecuado hablar de la existencia de dos mundos: los llamados
"mundo antiguo”. Las culturas mesoamericanas habían denominado a la tierra
que ellos alcanzaron a conocer con los nombres de Abya Yala o Cem Anáhuac.
Al
final del siglo XVI d.c el proceso de expansión europea estaba en su máximo
auge dando paso a la idea de querer buscar tierras hacia el lado occidente del
océano Atlántico. "Las sociedades americanas sufrirán en carne propia el
impacto de la invasión .En este mismo año Cristóbal Colón firmó un acuerdo
comercial con la corona y se aventuró a tomar la ruta de Occidente para llegar
al Oriente, con la idea de que la Tierra era redonda. El 12 de octubre de 1492
Colón pensó haber llegado a India sin darse cuenta que en realidad estaba en un
continente jamás escuchado.
El papa
Alejandro VI, en sus bulas Inter Caetera estableció la obligación de la Corona
de Castilla de convertir a todos sus súbditos, incluidos los amerindios, al
cristianismo, en su vertiente católica romana. Los métodos adoptados para
obtener la conversión fueron muy diversos. Una de las fórmulas empleadas para
la cristianización de los indios fue la conocida como doctrina; se trataba del
compromiso adquirido por el conquistador para que fueran evangelizados .El
convento fue el centro neurálgico de la evangelización y en torno a él se
configuraron numerosas poblaciones
Con la
llegada de los europeos cristianos a América, se originó un intenso debate
teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su incorporación,
expulsión o destrucción mediante la guerra de los territorios que serían
dominados por el Imperio español. El régimen de encomienda establecía que los
indígenas debían trabajar obligatoriamente para el encomendero, al mismo tiempo
que este se obligaba frente a la Corona del cuidado y
"evangelización" de los indígenas. Sistema similar al de la
España
del siglo XVI, ya que a diferencia de otros países europeos como Rusia o
Inglaterra en sus colonias, no existía la esclavitud. Más allá de las
intenciones y las circunstancias históricas, la encomienda fue un sistema que
también recibió críticas, el más conocido de los críticos del sistema de
encomiendas fue Fray Bartolomé de las Casas.
La
colonización española aporto una gran cantidad de recursos a sus nuevos
territorios que fueron tratados desde un primer momento como una provincia más
del territorio de la corona castellana, mandando al nuevo mundo artesanos,
artistas, misioneros, profesores e hicieron construir hospitales, escuelas,
iglesias, catedrales que hoy en día se conservan y forman parte del patrimonio
cultural de América.
Desde
mediados del siglo XVI, comerciantes holandeses incursionaron en las colonias
españolas de las Antillas, estableciéndose en las Antillas Menores. El
desarrollo del sistema de plantación en estas colonias fue tan grande, que
condujo a una de las mayores concentraciones de esclavos en el siglo XVII y a
una feroz lucha de los esclavos por su libertad.
La
colonización portuguesa de América comenzó motivada por razones económicas y
estratégicas. Por un lado las económicas a causa de la mercancía en las
ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades mercantiles. Por el
otro estratégicas, por el temor a una invasión española o francesa a su
territorio.
En
1530, la corona portuguesa envió a Martín Alonso de Souza a expulsar a los
franceses que rodeaban las costas de Brasil, ya que eran tierras que
pertenecían a Portugal desde 1500, cuando el navegante portugués Pedro Cabral
había pisado esos territorios. Dividió el territorio de Brasil en 15 franjas o
capitanías, de 150 millas de ancho cada una, lo que influyó en el carácter
privado de la colonización portuguesa. Estas capitanías fueron repartidas u
otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia y hereditaria a fin de
obtener el mayor rendimiento con el mínimo de costos para la metrópoli.
Los nobles que recibieron las mismas se
comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos, y a
desarrollar económicamente la capitanía .Durante 19 años la administración de
las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero, en 1549, el rey nombró un
gobernador general o "Capitán mayor" representante del rey que
administraría toda la colonia.
Conquista
y colonización de México
La
fundación de Tenochtitlán tuvo lugar hacia 1325 por los aztecas de la familia
náhuatl, que, procedentes del norte, llegaron en busca de mejores climas y más
fáciles medios de vida. la leyenda, estuvo determinado por el hallazgo de un
águila en lucha con una serpiente sobre un nopal, Otras ciudades existían en la
región (Tacubaya, Texcoco, Tlaxcala), pero ninguna era tan importante y bella
como Tenochtitlán. La isla sobre la que se encontraba la ciudad se comunicaba
con tierra firme por tres calzadas que todavía subsisten, convertidas en calles
o caminos: la meridional a Ixtapa lapa, por donde entraron los españoles; la
occidental a Tlacopan, por donde tuvo lugar la retirada de Cortés; la
septentrional, actual calzada a Guadalupe, que llevaba hasta Tepeyac.
Las calzadas se interrumpían por canales,
salvados mediante puentes levadizos, y estaban orladas por verdaderos jardines,
flotantes, de los que son los últimos representantes las Chinampas de
Xochimilco. En el momento de la Conquista se calcula que en lo que hoy es el
Distrito Federal vivían de 570.000 a 600.000 personas. Habitaban casas de adobe
rojo muy poroso, pero no faltaban los edificios monumentales, palacios y
templos. Las casas tenían dos pisos y forma cuadrada, con un patio central
adornado por pórticos y fuentes. Los espacios vacíos eran escasos y las calles,
estrechas y tortuosas, estaban interceptadas por un laberinto de canales qué
cruzaban puentes; existía una doble comunicación, por agua y tierra, El
abastecimiento de agua estaba asegurado por los manantiales de Chapultepec.
La
situación de la ciudad hacía que no fueran necesarias las fortificaciones; sólo
los templos y las principales mansiones tenían gruesos muros de piedra y se
asentaban sobre plataformas. Los cuatro barrios de la ciudad no seguían una
traza determinada, y las casas eran distintas según la posición social de los
habitantes (unos 30.000 en el momento de la conquista); las chinampas
albergaban chozas con techo de paja cubierta de lodo y paredes de varas .La
agricultura constituía su base. Cultivaban gran número de especies pero el
cultivo esencial era el maíz. La ganadería era muy pobre. Entre los pocos
animales domesticados estaban el pavo y una especie de perro criada para
consumir su carne. El desarrollo de la población del valle de México condujo a
una situación de falta de tierras que ocasionaron guerras y emigraciones.
Los calpixques eran los administradores y
recaudaban los tributos. La confederación estaba organizada de tal manera que
todos los estados eran independientes en todo, salvo en su proyección exterior.
La relación entre pueblos conquistadores y conquistados era muy variable,
dependiendo de la forma en que se había producido la anexión
México
se fue, poco a poco, convirtiendo en una de las principales ciudades del mundo.
En 1600 tenía unos 15.000 h, de ellos 7.000 españoles. A mediados del s. XVIII
tenía ya 90.000 y durante la segundad mitad de dicho siglo, merced a la
interesante labor del virrey conde de Revillagigedo, a quien muchos han llegado
a considerar como el verdadero fundador de la ciudad moderna, México empezó a
ser lo que es hoy. Durante el gobierno del citado virrey se construyeron
numerosos edificios, se pavimentaron las calles y se proporcionó a la ciudad
alcantarillado y alumbrado público. Con estas reformas la población aumentó y
en 1790 dio la cifra de 112.992 h, que unos años después Humboldt estimó en
137.000. La mitad, aproximadamente, eran españoles, y existían unos 40.000
mestizos, mulatos o negros y unos 10000 indios. México llegó entonces a ser la
primera ciudad de América y una de las mayores y más bellas del mundo.
La
llegada de los españoles trajo consigo enfermedades del Viejo Mundo
desconocidas entre los mayas, incluyendo la viruela, la influenza y el
sarampión. En un siglo murió el 90 por ciento de la población nativa de
Mesoamérica.
1541 -
Los españoles finalmente logran someter a los mayas y acabar con su
resistencia. Sin embargo las revueltas continúan, no dejando a los españoles
nunca en paz durante el resto del siglo. Las ruinas de Tikal son casualmente
descubiertas por el sacerdote español Fray Andrés de Avendaño y sus compañeros,
quienes se habían perdido en la selva del Petén. 1695 - Se inicia la
construcción de la basílica de Guadalupe. 1697 - La ciudad de Tayasal, capital
de los Itzá en el Petén, es tomada por los españoles. Así es sometida a la
corona española la última entidad política maya independiente.
La Independencia de México fue la
consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas,
que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra
por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de
septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México,
el 27 de septiembre de 1821.
El
movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las
revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la
élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con
sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las
reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva
España.
La
ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis
política que desembocó en el movimiento armado. Como respuesta, el ayuntamiento
de México con apoyo del virrey José de Iturrigaray reclamó la soberanía en
ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el
virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar
de la derrota de los criollos en la
Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España
se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos
del ayuntamiento de México. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron
a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por
tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y
campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel
Hidalgo y Costilla.
A
partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los
sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales
a España.. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de
guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en
la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
La
rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura
de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español.
Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron apoyar la
independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia
insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores,
y a principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente Guerrero. Ambos proclamaron
el Plan de Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y
contó con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente,
la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821
SITUACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL DEL VIRREINATO DE NUEVA
ESPAÑA
La
sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba
condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de
ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un
grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza.
Los pueblos indígenas debían pagar un tributo
al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo,
provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles peninsulares, criollos y
mestizos. A lo largo de los tres siglos de dominio español hubo varios
estallidos sociales en la Nueva España.
Como un
corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva España surgió el
sistema de "castas". Estos grupos estaban caracterizados por el
origen racial de sus integrantes, encontrándose en la cúspide los españoles, y
entre ellos, los europeos. El sistema aspiraba a mantener la supremacía de la
sangre española, y aunque nunca tuvo base legal, no siendo más que una
nomenclatura aceptada, reflejó la división y la exclusión existente en la Nueva
España, donde los grupos no españoles ocupaban un lugar marginal en el sistema
social.
El
apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades
económicas, particularmente el comercio y la agricultura. Dado que la
exportación de plata y oro constituía el nodo de la economía novohispana, en
torno a esta actividad creció un complejo sistema que consolidó al grupo de
comerciantes peninsulares, pero que también permitió la ascensión de un
poderoso grupo criollo.
La
economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que
coincide con las reformas borbónicas adoptadas por la Corona. Las reformas
tenían por objeto modernizar la administración de las colonias y hacer más
rentable la explotación de sus recursos, porque en Nueva España había una
escasez de capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata ejercido
por los comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli.
La
segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación
patriótica por parte de los criollos en Nueva España.la Iglesia
era la única institución que prestaba este servicio. Por lo tanto, este grupo
estaba integrado notablemente por religiosos. Este fenómeno es una
respuesta al dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo
económico, como en el político, el social y el cultural.. En la sociedad
novohispana esto era posible sólo a través de los establecimientos
eclesiásticos, pues
El
nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las
afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio
español en las tierras americanas. La pugna ideológica entre España y América
no era nueva, tiene su origen en la Conquista misma. Al hacerlo, reivindican un
pasado del que se proclaman herederos por el hecho de compartir el espacio,
aunque la civilización mesoamericana no es antecedente directo de la sociedad
novohispana del XVIII ni son indígenas los que defienden con orgullo su
historia y su territorio ancestral.
A la
salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso
renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de
León y Gama, al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra
y al enciclopedista José Antonio Alzate.la Real Sociedad
Vascongada de Amigos del País eran familiares, alumnos o patrocinadores de
miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere importancia en la historia
novohispana porque ayudó a conservar el espíritu renovador de los jesuitas y
favoreció la difusión de la
Ilustración en Nueva España. A través de los miembros de este
grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto con el país del que fueron
desterrados y eventualmente pudieron volver cuando la colonia accedió a su
independencia. Un importante número de personas adheridas a
Algunos de los
jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento
intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó,
incluso, a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue
Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que publicar su Historia antigua de México en Italia y en el idioma de ese país.
En esa obra Clavijero emprende una amplia defensa de América frente a Europa,
comenzando por las cuestiones naturalesla Historia antigua de México puso a los
intelectuales de Nueva España ante un pasado tan glorioso como el de la Antigüedad europea que
favoreció el arraigo del sentimiento patriótico y también las reivindicaciones
de igualdad de derechos entre españoles peninsulares y españoles americanos. y concluyendo con la reafirmación de todos los
americanos a través de la reivindicación del pasado indígena. En este movimiento, Clavijero
como otros criollos novohispanos rechaza que sus declaraciones estén influidas
por otra "pasión o interés que el
amor a la verdad y el celo por la humanidad" y asume decididamente la
defensa de los indígenas, con los que no tiene lazos consanguíneos "ni
podemos esperar de su miseria ninguna recompensa". La aparición de
Las
consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron
únicamente a cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo
manifestaciones de rechazo a esta medida tomada por la Corona.
INVASIÓN FRANCESA EN ESPAÑA
Fernando
VII, rey de España. Cuando los franceses obligaron a la familia real española a
ceder sus derechos al trono de la península en favor de los Bonaparte, en
varias ciudades de América se establecieron Juntas provisionales que gobernaban
en nombre del soberano español.
Este
factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el
poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el
poder sobre el pueblo; por esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto
con el padre José María Morelos y Pavón se convencieron de iniciar la lucha
armada
Tal
suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a
declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno
propio y organizar España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5
de mayo de 1808 lo forzó a ceder la corona a su padre, para que luego éste la
entregara al francés.
Los dominios españoles en América ante la ocupación
de la metrópoli.
Aunque
aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos entre
España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de las
colonias había una discusión sobre quién era el verdadero soberano de las
tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía de los
dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de España. No había una
claridad sobre la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera de
la metrópoli.
En
varias ciudades americanas se formaron Juntas de Gobierno, cuyo propósito fue
conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España
Casi
todas ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las
instituciones de gobierno más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas
fueron dominadas por criollos ilustrados pues en su gran mayoría los españoles
peninsulares se oponían a la formación de gobiernos soberanos.
La
situación en la metrópoli supuso una situación inédita que puso a discusión en
quién radicaba la soberanía de los territorios bajo el dominio españolDe aquí
que la estructura social y política del virreinato debía seguir inmutable y
subordinada a la Corona
española. En medio de la crisis política, los simpatizantes de esta última
postura encontraron una oportunidad para reformar el régimen virreinal.
El
Ayuntamiento de México apelaba a las Leyes de Partida para justificar la
existencia de una junta que ejerciera la soberanía en ausencia del rey.la Junta de México era una
amenaza contra la permanencia del sistema colonial del que eran beneficiarios Con algunas excepciones, como
Primo de Verdad o Talamantes, los integrantes del Ayuntamiento y sus
simpatizantes eran más bien conservadores. Al apoyar el establecimiento de la
junta no pensaban en la representación popular, sino en la instalación de un
gobierno formado por autoridades reconocidas y representantes de los cabildos
municipales. La
opción del Ayuntamiento no contemplaba la separación de España, sin embargo, el
bando opuesto entendió lo contrario. Para ellos, el establecimiento de
La
tesis de la soberanía de los pueblos anatematizada por el inquisidor Prado y Ovejero
con el apoyo del oidor Guillermo Aguirre.la Audiencia , se acordó que
las autoridades establecidas en Nueva España seguirían vigentes, en tanto que
el virreinato no reconocería otras que no fueran las instituidas por Fernando
VII o por "quienes tuviesen sus poderes legítimos". La discusión entre los bandos fue acalorada y no
logró conciliar posturas. Iturriaga ironizó sobre la posibilidad de reconocer
al duque de Berg, con la negativa unánime de los presentes. Al apoyar la
postura del Ayuntamiento, el virrey se distanció de los partidarios de
El día
27 de agosto, la Inquisición de México publicó un edicto, declarando
"heréticas y sediciosas" las proposiciones que atacaban a la
autoridad divina de los reyes y que proponían la "herejía de la soberanía
del pueblo".
Los miembros de la Audiencia aprovecharon
para secundar a los comisionados de la
Junta de Sevilla que habían llegado a la capital novohispana.
De esta manera manifestaron su rechazo a la resolución del 9 de agosto y
tacharon de inepto a Iturrigaray. Respaldado por una carta de la Junta de Asturias, el virrey
convocó una nueva reunión para el 1° de septiembre, donde expuso que ninguna de
las juntas formadas en España reconocía la soberanía de las otras.
El 9 de
septiembre se celebró una última junta general que sólo sirvió para irritar los
ánimos y aumentar el antagonismo entre criollos y europeos. Durante los días
siguientes corrieron la
Nueva España unos rumores difamatorios hacia la persona del
virrey. Los
peninsulares, respaldados por los comisionados de la Junta de Sevilla, decidieron
deponer al virrey.
La Real
Audiencia de México informó a la
Junta de Sevilla acerca de los acontecimientos, argumentando
que el "pueblo enardecido" había sido el responsable del
derrocamiento del virrey. El nuevo gobierno virreinal envió cartas a la Suprema Junta de
Sevilla reconociendo su soberanía. A diferencia de lo que sucedió en otros
virreinatos, el golpe de Estado en Nueva España impidió que se estableciera una
junta local.
LA CUESTIÓN DE LA SOBERANÍA DURANTE 1809.
José
Bonaparte fue designado monarca de España por su hermano, y en julio de 1808 llamó
a los virreinatos de América y a las capitanías generales de Cuba y Guatemala a
enviar seis representantes para trabajar en el Estatuto de Bayona. Los
americanos declinaron la invitación.
El
autor del documento fue Julián de Castillejos, participante de las tertulias
literarias con el marqués de San Juan de Rayas. Cuando se les interrogó,
negaron toda responsabilidad. Los oficiales reales los dejaron ir, pero los
mantuvieron bajo estrecha vigilancia.
El virrey Garibay y los oidores de la Audiencia pensaron que
se trataba de una argucia de Napoleón, y evadieron la solicitud. En una
comunicación posterior, Carlota de Borbón sólo exhortaba a la defensa de los
dominios españoles y agradecía las acciones realizadas en septiembre de 1808 en
la capital virreinal. En los días sucesivos, Garibay ordenó aprehender a
cualquier sospechoso de sedición.
La
decisión de reconocer a la Junta de Sevilla no satisfizo a todos los
novohispanos. En Valladolid (actualmente Morelia) la elección del representante
de Michoacán profundizó las divisiones entre criollos y peninsulares
Los
conjurados, además de haber obtenido seguidores en otras ciudades de El Bajío,
buscaron apoyo de indígenas y castas, a los que prometieron la abolición de
tributos. El levantamiento armado debía iniciar el 21 de diciembre de 1809,
pero el sacerdote de la catedral
de Morelia, Francisco de la
Concha , notificó los planes a las autoridades. En
consecuencia fueron aprehendidos casi cuarenta sospechosos.
Carlos
María de Bustamante se desempeñó como defensor de los presos, y argumentó que
"el día que se ahorque el primer insurgente, España tendría que perder la
esperanza de conservar América". Mientras tanto, en España los franceses
seguían avanzando en su campaña por la península.
CONVOCATORIA A LAS CORTES DE CÁDIZ
La
Junta Suprema Central decidió disolverse el 29 de enero de 1810 para formar el
Consejo de Regencia de España e Indias con cinco de sus miembros. El propósito
de este nuevo órgano era convocar a las Cortes de Cádiz. Sólo un americano
formó parte de la Regencia ,
el tlaxcalteca Miguel de Lardizábal y Uribe; el resto de los integrantes de la Junta fue relevado de sus
obligaciones, incluyendo los representantes americanos que ni siquiera habían
llegado de ultramar.
Al conocerse esta noticia en la
Ciudad de México, se juró obediencia y fidelidad al órgano al
que se reconoció la misma autoridad que a Fernando VII. El 14 de febrero de
1810 los representantes americanos fueron invitados a participar en la
redacción de una nueva constitución, que prometía cambios para criollos y
mestizos.
Mientras
se celebraban elecciones para diputados en América, fueron nombrados treinta
diputados suplentes radicados en la península para representar a las provincias
ultramarinas, de los cuales siete eran novohispanos. Tras las elecciones,
recibieron nombramiento como diputados a las cortes diecisiete representantes
por Nueva España.
Inicio de la guerra (1810-1811)
La
etapa de inicio de la Guerra
de Independencia de México corresponde al levantamiento popular encabezado por
Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos por los españoles, los conspiradores de
Querétaro no tuvieron otra alternativa que ir a las armas en una fecha
anticipada a la que planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se
hallaban sin una base de apoyo en ese momento, por lo que Hidalgo tuvo que
convocar al pueblo de Dolores a sublevarse en contra de las autoridades españolas
el 16 de septiembre de 1810. Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las
principales ciudades del Bajío y luego hacia la capital de Nueva España, pero
en las inmediaciones de la
Ciudad de México retrocedieron por orden de Hidalgo..
Los
sublevados tuvieron que huir hacia el norte, donde esperaban encontrar el apoyo
de las provincias de esa región que también se habían lanzado a las armas. Una
vez arrestados fueron conducidos a Chihuahua. En esta ciudad fueron fusilados
Hidalgo, Jiménez, Allende y Aldama, cuyas cabezas fueron enviadas a Guanajuato
para que fueran expuestas en las esquinas de la alhóndiga de Granaditas.
La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores.
Ignacio
Allende y Mariano Abasolo estuvieron entre los simpatizantes de los conjurados
de Valladolid. Cuando ésta fue descubierta, organizaron una nueva conspiración
que tuvo su sede definitiva en Querétaro. Las reuniones se realizaban de manera
clandestina en casa del corregidor, Miguel Domínguez. Allende estaba al frente
de los conjurados, entre quienes se encontraban el propio corregidor, Miguel
Hidalgo y Costilla, Juan Aldama y Josefa Ortiz, El grupo de conjurados buscaría en primera
instancia la destitución de los españoles en puestos de gobierno.
La
conspiración fue denunciada el 9 de septiembre por José Mariano Galván. Otras
denuncias llegaron a oídos del comandante Ignacio García Rebolledo, que dispuso
el cateo a la casa y la aprehensión de los hermanos González. Josefa Ortiz
envió como mensajero Ignacio Pérez para avisar a los conspiradores en San
Miguel el Grande, después fue presa en compañía de su marido y otros
conspiradores.
El
aviso de la Corregidora
llegó a Juan Aldama, y fue él quien lo llevó hasta Dolores el 16 de septiembre.
Con ayuda de presos que liberaron de la cárcel, los insurgentes capturaron al
delegado Rincón y se dirigieron al atrio de la iglesia. En ese lugar, Hidalgo
convocó a los asistentes a levantarse contra el mal gobierno, en un acto que es
conocido como Grito de Dolores y se considera el inicio de la guerra por la
independencia mexicana.
A
partir de Dolores, el movimiento encabezado por Hidalgo se movió por varios
puntos del Bajío, una de las más prósperas regiones de Nueva España. El número
de tropas es desconocido. En Atotonilco tomaron el estandarte de la Virgen de
Guadalupe, que es considerado emblema del movimiento.
En las
poblaciones del oriente de Guanajuato se unieron al contingente mineros y
peones de haciendas aledañas, mal armados y entrenados. Cuando llegaron a
Celaya el 21 de septiembre de 1810, los insurgentes podrían haber sumado veinte
mil hombres. Celaya fue saqueada por los insurgentes, aunque Aldama y otros
soldados de carrera intentaron inútilmente contener a la masa. Hidalgo fue
proclamado "Capitán General de América" por encima de Allende, que
tuvo el rango de teniente general.
Hidalgo
inició el avance por otras ciudades del Bajío el 8 de octubre de 1810. A su paso se sumaron
más personas y llegó a tener reclutados hasta sesenta mil hombres. Los
insurgentes se dirigieron a Valladolid (Michoacán) y en Acámbaro apresaron a
Diego García Conde, enviado a defender la capital michoacana. Agustín de
Iturbide contaba con sesenta hombres para defender Valladolid. El aumento del
número y desorden del ejército provocaron algunos roces entre Hidalgo y los
militares de carrera. En Acámbaro, Hidalgo recibió el grado de Generalísimo de
América y Allende, de Capitán General.
Los
insurgentes avanzaron hacia el valle de México. Para hacer frente a la
rebelión, el destacamento de Torcuato Trujillo realizó reconocimientos en el
área de Ixtlahuaca, pero ante el avance del numeroso ejército de Hidalgo,
decidió reforzar a Mendívil en Lerma y el puente de Atengo.
La
derrota de éstos últimos debilitó al contingente por las deserciones, la toma
de prisioneros y la pérdida de armamento. Tras la batalla, los realistas
saquearon la población. Por su parte los insurgentes se dividieron en dos
contingentes, Allende marchó con la mayoría a Guanajuato y el resto siguió a
Hidalgo hacia Valladolid. Teniendo en cuenta la situación, los insurgentes se
dividieron y el grueso de las tropas se volvió —con Allende a la cabeza— rumbo
a Guanajuato; mientras apenas un puñado regresó con Hidalgo a Valladolid. Allí,
el Generalísimo obtuvo el apoyo financiero de la Iglesia y nuevas
adhesiones.
Hidalgo
se dirigió hacia Guadalajara y no a Guanajuato, como había acordado con
Allende. La relación entre ambos se enfrío aún más. Algunos habitantes de la
ciudad asesinaron a ciento treinta y ocho españoles presos ante la inminente
llegada de los realistas, que habían amenazado con pena de muerte a quien
hubiera apoyado a los insurgentes. Este acto desencadenó una matanza ordenada
por Calleja, que se complementó con el ajusticiamiento de los sospechosos de
sedición. Allende
pudo escapar de la masacre y se reunió en San Luis Potosí con Abasolo y Aldama.
Más tarde todos ellos se reunirían con Hidalgo.
Mientras
tanto Hidalgo seguía en Guadalajara. La intención de Hidalgo era conformar un
órgano de gobierno. En Guadalajara los españoles estaban conspirando para
entregar la ciudad al ejército de Calleja. Sin juicio de por medio. Hidalgo
ordenó la ejecución de los sospechosos en el cerro de la Bateas con la desaprobación
airada de Allende y Aldama.
Después
de seis horas de combate, los insurgentes terminaron huyendo del lugar y
Guadalajara fue ganada por los realistas. Los insurgentes se movilizaron a
Aguascalientes. Hidalgo fue relevado como Generalísimo y Allende condujo a la
tropa rumbo al norte. La idea era conseguir el apoyo de las provincias
septentrionales de la
Nueva España y, posteriormente, de Estados Unidos.
Ignacio
López Rayón fue nombrado jefe de la insurgencia y volvió con una parte de la
tropa a Michoacán, acompañado por José María Liceaga. Los otros líderes y el
resto de la tropa siguió el camino hacia el norte, y en su paso por Monclova se
encontrarían por primera vez con Ignacio Elizondo, que había sido simpatizante
de la insurgencia. Como resultado fue capturado de Pedro de Aranda. El 21 de
marzo de 1811 fueron presos en Acatita de Baján (Coahuila) Hidalgo, Allende,
Aldama y Jiménez junto con otros miembros más de la insurgencia. Los presos
fueron fusilados en Monclova, y Chihuahua. Las cabezas de Hidalgo, Aldama,
Allende y Jiménez fueron colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de
Granaditas, permaneciendo a la vista de los habitantes hasta 1821.
José
Antonio Torres dirigió la revolución independentista en Nueva Galicia. Tomó
Guadalajara, donde se reunieron Hidalgo y Allende en diciembre de 1810. Fue
ahorcado y decapitado en 1812, su cabeza fue expuesta como escarmiento durante
40 días y sus miembros fueron repartidos por Nueva Galicia.
El
movimiento independentista iniciado en Dolores el 16 de septiembre de 1810 fue
secundado en otras partes de Nueva España. Con una fuerza de veinte mil hombres
entró a la ciudad de Guadalajara el 11 de noviembre. Casi de inmediato José
María Mercado fue comisionado para tomar las plazas de Tepic y San Blas,
objetivos que logró sin disparar un solo tiro
La
persecución contra los líderes regionales fue tan dura como la que se dirigió
contra las principales cabezas de la insurgencia. En enero de 1811, José María
Mercado que operaba en Nueva Galicia fue derrotado en Maninalco y probablemente
se suicidó, pues su cadáver se encontró en el fondo de un barranco al día
siguiente
En
Nueva España se había producido una de las crisis agrícolas más grandes de su
historia, provocando una hambruna en la que murieron cerca de 300 000
personas. Entre 1808 y 1809 una grave sequía en El Bajío había reducido las
cosechas, por consiguiente los alimentos habían cuadruplicado sus precios. Ante
esta situación los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que podría
conducirlos a una vida mejor. Fue así que los insurgentes lograron conseguir
adeptos rápidamente.
Segunda etapa: Organización (1811-1815)
La
llamada etapa de organización
de la guerra independentista de México comprende los sucesos bélicos y
políticos ocurridos entre el momento en que Ignacio López Rayón fue nombrado
jefe de las fuerzas insurgentes en Saltillo poco antes de que Hidalgo, Allende,
Aldama, Jiménez y otros jefes insurgentes fueran presos y ejecutados en el
norte de México y antes del fusilamiento de José María Morelos y Pavón en
Ecatepec el 22 de diciembre de 1815. Durante esta época, el movimiento
independentista no sólo realizó acciones bélicas, sino que se dotó a si mismo
de una estructura y un cuerpo jurídico.
Composición social del movimiento
El
movimiento insurgente fue respaldado por las clases bajas, especialmente
campesinos. Los hombres se juntaban en grandes turbas armados con hondas,
flechas, lanzas, palos y piedras. Se reunían espontánea y transitoriamente con
los jefes insurgentes para oponerse al ejército virreinal y ocasionalmente
surgía un líder entre ellos. Aquellos que poseían caballos, generalmente
miembros de las castas, arengaban a los indígenas labradores para unirse al
movimiento un poco mejor armados. Casi la totalidad de las fuerzas bajo el
mando de Ignacio López Rayón eran indios flecheros de El Bajío, las de José
María Morelos estaban compuestas por negros y mulatos del sur que eran peones
de haciendas, algunas veces soldados del ejército virreinal que habían sido
vencidos y miles de campesinos apenas armados los cuales eran de gran ayuda en
los trances difíciles
Marcha de López Rayón hacia el sur
Ignacio
López Rayón había sido uno de los secretarios de Estado nombrados por Miguel
Hidalgo cuando éste intentó organizar un gobierno insurgente durante su breve
estancia en Guadalajara. Algunos documentos suscritos por Hidalgo en ese sitio
y en momentos anteriores de la revolución fueron redactados por el propio López
Rayón, por lo que se presume que tenía cierta influencia sobre Miguel Hidalgo.
Los tres mil quinientos hombres que formaban el remanente de la insurgencia marcharon
hacia Michoacán bajo el mando de López Rayón y otros jefes.
Rayón y
Liceaga determinaron que era necesario instaurar un Congreso o Junta conforme a
los planes originales que se tenían en 1808 de gobernar de forma autónoma a
nombre de Fernando VII, mientras el monarca fuese prisionero en Francia.
Enviaron una carta dirigida a Calleja expresando estos objetivos, la cual fue
entregada por José María Rayón. Aunque les ofreció el indulto. Al llegar
Calleja a la ciudad de Zacatecas, donde se había quedado al mando de mil
hombres Víctor Rosales. éste se acogió al indulto ofrecido. De cualquier forma,
Calleja mandó fusilar a trece insurgentes y un año más tarde Rosales se
reintegró a la rebelión.
Otros levantamientos y confrontaciones
En los
primeros días de mayo en la zona de Matehuala, el insurgente Juan Villerías fue
derrotado por Joaquín de Arredondo y Cayetano Quintero, muriendo el 13 de mayo.
Arredondo continuó su avance tomando la plaza de Tula el 22 de mayo, derrotando
a Mateo Acuña, quien junto con otros insurgentes fue pasado por armas. El 21 de
junio, las fuerzas virreinales tomaron Matehuala.
De
finales de julio a mediados de agosto, la revolución insurgente volvió a
encenderse en Aguascalientes y Zacatecas. Cuando los virreinales fusilaron a
los rebeldes Nájera y Flores Alatorre en Aguascalientes, la plaza fue tomada
por el cura Ramos, Oropesa, Ochoa y Hermosilla, obligando al subdelegado Felipe
Álvarez y al cura Terán a salir de la ciudad, quienes habían ejercido un breve
gobierno despótico
En
abril de 1811, la captura de los iniciadores de la rebelión fue recibida con
tristeza por sus simpatizantes. Un conato de complot contra el virrey, dirigido
por Miguel Lazarín y su esposa Mariana Rodríguez del Toro, fue descubierto
cuando el padre Gallardo violó el secreto de confesión del conspirador José
María Gallardo, siendo encarcelados algunos de los participantes.
En consecuencia, fueron sentenciados a muerte
Antonio Ferrer, Ignacio Cataño, José María Ayala, Antonio Rodríguez Dongo,
Félix Pineda y José María González, siendo liquidados de manera pública el 29
del mismo mes. El resto fue condenado a prisión.
La
administración del virrey Venegas siguió enviando dinero a la Península ibérica
para apoyar la defensa contra Napoleón, menguando los recursos de la propia
colonia. A causa de la revolución, la minería suspendió labores y entró en un
proceso de decadencia. La agricultura fue en gran parte abandonada cuando los
campesinos se unieron al movimiento armado
.
López Rayón y la Junta de Zitácuaro
Ignacio
López Rayón convocó a la formación de la Suprema Junta Nacional Americana "para la conservación de los derechos
de Fernando VII, defensa de la santa religión e indemnización y libertad de la
oprimida Patria", la cual "organizaría
los ejércitos, protegería la justa causa y libertaría a la patria de la
opresión y yugo que había sufrido por espacio de tres siglos". El
propio Ignacio López Rayón presidió la junta, José María Liceaga y José Sixto
Verduzco fueron nombrados vocales.
Las
fuerzas virreinales continuaron acechando a los insurgentes que se encontraban
bajo los mandos de Albino García en Guanajuato, Manuel Villalongín en
Michoacán. En sus intentos por legitimarse frente a los jefes regionales y
ganar prestigio ante el ejército realista, proporcionando recursos económicos y
abastecimiento. En la Ciudad
de México y algunas otras ciudades, apoyó a la Junta proporcionando a los insurgentes
información de las actividades realistas, a este grupo perteneció Leona Vicario
esposa de Andrés Quintana Roo. López Rayón fue incapaz de impedir que la Junta fuera expulsada de su
ubicación original por Calleja, quien resultó vencedor de la Batalla de Zitácuaro.
Sitio de Cuautla
Morelos
continuó su avance desde Chilapa y envió a Valerio Trujano hacia Silacayoapan.
Además, el cura de Carácuaro dividió su ejército en tres columnas. En su camino
hacia el sureste, Bravo tomó Acatlán y Huajuapan. Otro brazo, al mando de
Hermenegildo Galeana volvió a Taxco. El tercer grupo insurgente, encabezado
personalmente por Morelos, tomó la plaza de Chiautla, venciendo a Mateo Musitu.
Durante
el mes de enero de 1812, los batallones realistas Asturias y Loveras
así como el regimiento América,
comandado por el birgadier Juan José de Olazaba, desembarcaron en el puerto de
Veracruz para ponerse a las órdenes del virrey, quien había solicitado la ayuda
a España para luchar contra la insurrección. En febrero, Félix María Calleja la mejor espada de Nueva España, como
le habían apodado merced a sus múltiples victorias frente a los insurgentes fue
comisionado por el virrey Vanegas para que terminara de una vez por todas con
el ejército de Morelos
En
Cuautla, después de setenta y dos días de sitio y combates, ninguno de los
bandos fue capaz de imponerse. Los realistas habían fracasado también en el
intento de recuperar Izúcar, pero el 2 de mayo pudieron romper el sitio de
Cuautla, evacuándola para evitar una masacre de civiles. En la defensa final de
esa plaza (que actualmente pertenece al estado de Morelos) participaron también
los propios habitantes de la villa, destacándose un grupo de niños llamados Los Emulantes. Este batallón infantil
insurgente fue encabezado por el hijo natural del cura Morelos.
Después
de la batalla de Tenancingo, Rosendo Porlier, con ayuda del coronel realista
Joaquín del Castillo y Bustamante, obligó a Ignacio López Rayón a abandonar
Toluca. Después de confrontarse nuevamente en la Batalla de Tenango se
estableció en Tlalpujahua. A pesar de los esfuerzos realizados por los insurgentes
José María Correa y Epitacio Sánchez para defender su posición, el contingente
realista logró penetrar, a mediados de junio, hasta Sultepec. La propuesta de
paz explicaba los principios naturales y legales en que se había fundado el
movimiento insurgente, reiteraba que la soberanía debería residir en la masa de
la nación y que tanto España como América eran parte integrantes de la
monarquía sujetas al mismo rey pero iguales entre sí, sin dependencia o
subordinación respecto una de la otra.
Toma de Oaxaca
El 25
de noviembre, Morelos y su ejército ocuparon la ciudad de Oaxaca, la cual era
defendida por el teniente general Antonio González Saravia y José María de
Régules
El
gobierno insurgente de la ciudad de Oaxaca duró de 1812 hasta 1814, cuando fue
recuperada la población por el ejército realista. Fue la primera y única vez en
que Morelos pudo tomar el control de una ciudad importante. Fue en esta plaza
donde Morelos recibió los Elementos
constitucionales redactados por Ignacio López Rayón. .
Morelos
fue nombrado el cuarto vocal de la
Junta de Zitácuaro, pero se deslindó finalmente de la tesis
fernandista, mediante una carta en la que solicitó "que se le quitara la máscara a la independencia, porque ya todos
sabían la suerte de Fernando VII".
Los
vocales reclamaron cada uno para sí la jefatura de la Junta , entraron en una
discusión que finalmente condujo a la desaparición de facto de este órgano de gobierno hacia la primera mitad de
1813. Fue el doctor Cos quien trató de reconciliarlos.
Los
diputados americanos impugnaron la representación desigual que existía en las
Cortes. Se estimaba que la población de España era de diez millones de
habitantes mientras que América estaba habitada por dieciséis millones. No
obstante, los diputados españoles excedían en la proporción de 3 a 1 a sus iguales americanos.
Se
estimó que en el continente americano alrededor de seis millones de personas de
las castas tenían ascendencia africana. Los diputados americanos se reagruparon
para enumerar once propuestas entre las que destacaban: representación
igualitaria, libertad de cultivo, libertad de comercio, abolición de
esclavitud,
Un
millón de blancos que se llaman españoles americanos, muestran la superioridad
sobre los otros cinco millones, más por sus riquezas heredadas, por su lujo, y
por su refinamiento en los vicios, que por diferencias substanciales de índole,
¿Qué hay de común, qué equiparación cabe o qué analogía puede encontrarse en
los derechos, situación espíritu, finura, exigencias, intereses, instituciones,
hábitos y localidades de España conquistadora, y de las colonias conquistadas?
Es preciso confesar que las leyes propias para la Madre Patria no son
las mejores para sus Américas.
Adicionalmente
se pidió que los Consulados de México, Veracruz y Guadalajara nombrasen, cada
uno, dos diputados, de esta forma la casi totalidad de población de
peninsulares residentes en Nueva España la cual se estimaba en medio millón de
habitantes. Al respecto de la libertad de comercio, los miembros de los
consulados de México y los comerciantes de Cádiz también se opusieron.
Dos
meses más tarde, Venegas suspendió el artículo constitucional que permitía la
libertad de prensa. Fernández de Lizardi fue encarcelado durante breve tiempo,
Bustamante huyó a Zacatlán para reunirse con los insurgentes, poco después se
trasladó a Oaxaca y siguió escribiendo para el Correo Americano del Sur. La decisión de Venegas fue severamente
criticada por los diputados americanos en Cádiz. A fines de febrero de 1813 se
recibió un bando enviado desde España, en el se le pedía a Venegas presentarse
en la Península ibérica para apoyar la campaña militar
contra los franceses.
Durante
el tiempo del sitio de Acapulco, José Sixto Verduzco atacó infructuosamente
Valladolid la cual estaba fuertemente resguardada por los realistas, fue
perseguido y derrotado por el capitán Pedro Antonelli en Puruándiro. Ignacio
López Rayón se reunió con Verduzco en Pátzcuaro para reclamarle esta imprudente
acción militar, pero un contingente realista forzó a los insurgentes a separarse.
Las desavenencias entre los vocales de la Junta de Zitácuaro se incrementaron,
pues reclamaron interferencias entre sus jurisdicciones.
Una vez
que asumió el cargo de jefe político superior, Calleja juró el cumplimiento de
la Constitución. Nuevas elecciones para las representaciones de diputados a las
Cortes de Cádiz se habían realizado en Nueva España, resultando ganadores para
todos los escaños los criollos, pero la administración virreinal negó la
entrega de viáticos aduciendo falta de liquidez en el erario. Por tal motivo,
solo viajaron tres de los catorce diputados electos a España.
Morelos y el Congreso de Chilpancingo
Debido
a las diferencias que se habían suscitado entre Liceaga, Verduzco y Rayón,
Morelos convocó en junio de 1813 un congreso que se instaló en Chilpancingo
durante el mes de septiembre. El 14 de septiembre se dio inicio a la primera
sesión del Congreso de Chilpancingo cuyo nombre oficial fue Congreso de
Anáhuac, donde Morelos hizo leer a su secretario Juan Nepomuceno Rosáins los Sentimientos de la Nación. Este
documento declaraba la independencia de la nación, la soberanía popular, la
religión católica como única, la supresión de obvenciones, la división de
poderes, la igualdad ante la ley, la abolición de las castas, la abolición de
la esclavitud, la eliminación de la tortura, e instituía la celebración del 12
de diciembre para la Virgen de Guadalupe y el 16 de septiembre para
conmemorar el inicio de la guerra de independencia proclamado por Miguel
Hidalgo.
Que la
América es libre e independiente de España y de toda otra nación.
Al día
siguiente, Morelos fue nombrado generalísimo de las fuerzas insurgentes y
titular del poder ejecutivo. Sería llamado alteza, pero rechazó este título adoptando el de siervo de la Nación.
En contraste
con la posición de la Junta
de Zitácuaro, la cual fue disuelta, el Congreso de Chilpancingo se dio a la
tarea de definir jurídicamente las razones por las cuales la América mexicana debía ser libre de España.
Este fue un punto de discordia con López Rayón quien manifestó no estar de
acuerdo con el primer punto mencionado en los Sentimientos de la
Nación , pues defendía que la tesis que había abrazado
el movimiento autonomista de 1808, debería seguir subsistiendo, es decir,
América era dependiente del rey de España, pero no de la nación española, por
tanto, la independencia buscada no era con respecto a la Corona , sino del
"gobierno ilegítimo" que se había reunido en Cádiz.
Declaración de Independencia de América
Septentrional
Durante
el congreso se pronunciaron otros discursos políticos de mayor o menor
importancia, pero el 6 de noviembre de 1813, día de la clausura, se leyó el
Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional, la
cual fue redactada por Carlos María de Bustamante y Andrés Quintana Roo. En
ella, ya no se aceptaba la soberanía de Fernando VII y se postulaba de forma
radical la separación de la autoridad española: "queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono
español".
Mientras
los insurgentes se reunían en el Congreso de Chilpancingo, el abad Manuel Abad
y Queipo advirtió a Calleja que Morelos era, sin disputa, el alma y el tronco
de toda la insurrección, indicó que en la junta que habían convocado los
insurgentes en Chilpancingo seguramente se le iba a elevar a jefe supremo
independiente de toda autoridad, que ya poseía el sur de la Nueva España
En
noviembre de 1813 los miembros de la Audiencia de México propusieron que "se suspendiera la Constitución
mientras durasen circunstancias tan revolucionarias y turbulentas, y que se
revistiese a Calleja de las facultades necesarias y se observase la ley de
Indias, que lo autorizaba para extrañar de esos dominios a los que conviniese
al servicio de Dios, paz y quietud pública, adoptándose el sistema de rigor,
único que para casos semejantes enseñaba la historia de las naciones".
De esta manera, la Carta
de Cádiz no logró ser vigorizada en el territorio de la Nueva España.
Batalla de las Lomas de Santa María
Una vez
que se abasteció de artillería del Fuerte de San Diego en Acapulco, Morelos
planificó tomar la ciudad de Valladolid con la idea de situar en esa ciudad el
Congreso, para posteriormente avanzar desde ahí hacia Guanajuato, Guadalajara y
San Luis.
Las
fuerzas insurgentes formadas por cinco mil seiscientos hombres contaban con
treinta cañones.
Para esta operación Morelos solicitó a Ramón López Rayón y Rafael López Rayón
incorporarse cada uno con mil hombres, desde Tlalpujahua y San Miguel el
Grande, respectivamente. En su marcha confrontaron el 21 de diciembre a los
Rayón en Jerécuaro, a quienes derrotaron. El 23 de diciembre, Galeana y Bravo
asediaron la capital michoacana pero fueron repelidos. La noche siguiente, el
campamento principal de los insurgentes fue sorpresivamente atacado por las
fuerzas de Iturbide y Del Llano dando inicio a la Batalla de las Lomas de Santa
María; el padre Navarrete, al mando de su división acudió al lugar para apoyar
el inesperado ataque. Los realistas se retiraron y las tropas insurgentes
confundidas continuaron combatiendo entre sí, diezmándose. La derrota infligida
por los realistas frustró los planes de Morelos y marcó el inicio del ocaso de
sus campañas.
Perseguidos
por las tropas de Iturbide, el resto de los hombres de Morelos marcharon hacia
Puruarán. Mariano Matamoros fue designado para la defensa de la plaza. Morelos
se dirigió a Coyuca (hoy de Catalán) y a Ajuchitlán, en donde nombró a Rosáins
como su segundo jefe militar. El 19 de febrero, el coronel Gabriel de Armijo
quien había abatido poco días antes a Víctor Bravo en Mezcala propinó un fuerte
golpe en Chichihualco a las fuerzas de Rosáins, quien logró escapar.
Todas
estas derrotas fueron criticadas por Ignacio López Rayón, quien culpó a Rosáins
por su incapacidad estratégica. A partir de entonces los dos comandantes
insurgentes se enemistaron. López Rayón marchó a Zongolica y Rosáins a Jamapa,
fueron acechados por el coronel realista Francisco Hevia desde Orizaba.
Mariano
Matamoros.
En la
provincia de México, el insurgente José Francisco Osorno derrotó al teniente
José del Toro logrando atacar Tulancingo y burlando a las fuerzas virreinales
El 25 de junio, el teniente coronel Fernández de Avilés venció a Hermenegildo
Galeana en las cercanías de Coyuca (hoy de Benítez). Galeana fue herido de
muerte por el soldado Joaquín León y su cabeza fue colocada en una ceiba en la
plaza del pueblo.
Las
desavenencias entre los insurgentes fueron incrementándose. Ignacio López
Rayón, después de ser derrotado en Omealco, en lugar de unirse a Rosáins prefirió
dirigirse a Zacatlán para construir cañones con la ayuda del platero Alconedo.
A finales de mayo, Rosáins se dirigió a la carretera de Xalapa a Orizaba, en
donde José Antonio Martínez se había posicionado para cobrar peaje a las
caravanas realistas, debido a que este último era fiel a López Rayón, Rosáins
decidió liquidarlo para después designar a Juan Pablo Anaya y Guadalupe
Victoria como encargados de la misma zona. El 20 de junio desembarcó en Nautla
el general francés Jean Josepeh Amable Humbert, quien dijo venir en
representación de los Estados Unidos para apoyar a los insurgentes. López
Rayón, entusiasmado, informó al Congreso de Anáhuac, pero Rosáins se le
adelantó, designando a Anaya la misión de embarcarse junto con el francés hacia
Nueva Orleans.
Restauración absolutista en España
Las
Cortes españolas sesionaron del 1 de octubre de 1813 al 10 de mayo de 1814. Por
diversas razones, de los ciento cuarenta y nueve diputados americanos que
deberían presentarse, solamente sesenta y cinco estuvieron presentes, de los
cuales, cuarenta y dos eran suplentes. Durante ese periodo los invasores
franceses fueron desalojados de España. Para enero de 1814, las Cortes y la Regencia se habían
trasladado a Madrid. Las Cortes le informaron que habían decretado que sólo
después de que el rey jurase la Constitución se le reconocería como soberano
legítimo de España, de esta forma "el Deseado" emprendió su regreso.
Pero un grupo de sesenta y nueve diputados del "partido de los serviles" prepararon un
documento conocido como el Manifiesto de los persas; Por medio del manifiesto,
los persas solicitaron al rey
no aceptar la
Constitución. Adicionalmente el capitán general de Valencia
Francisco Javier de Elío ofreció a Fernando VII el apoyo de su regimiento para
abolir las Cortes,el 4 de mayo firmó un decreto por el cual se anulaba la Constitución y las leyes que se habían expedido
durante su ausencia: "como si no
hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo”.
El ejército persiguió a los liberales, algunos como Vicente Rocafuerte huyeron
a Francia, otros como Agustín Argüelles, Miguel Ramos Arizpe y el general Juan
O'Donojú fueron encarcelados.
En la Ciudad de México, las
primeras noticias del regreso de Fernando VII se recibieron el 13 de junio de
1814.
Constitución de Apatzingán.
En
contraste, el 15 de junio de 1814 el Congreso de Anáhuac terminó de redactar el
Decreto Constitucional para la
Libertad de la América Mexicana, mejor conocido como la Constitución de Apatzingán. Fue
proclamada el 22 de octubre y estaba dividida en dos títulos: principios o
elementos constitucionales y forma de gobierno, la cual se sustentó en tres
poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial
Después
de la promulgación de la Constitución de Apatzingán, Vicente Guerrero fue
designado para emprender nuevamente la campaña en OaxacaEl Congreso de Anáhuac
envió a Francisco Arróyave para sustituir a este último, pero lejos de obedecer
las órdenes, Rosáins lo mandó fusilar bajo el cargo de traición el 21 de
diciembre de 1814 en un paraje del cerro Colorado conocido con el mote de la Palma del Terror. casi al mismo tiempo
Agustín de Iturbide venció y liquidó a Manuel Villalongín en Puruándiro. Con la
finalidad de prevenir cualquier desembarque de armas destinado a los
insurgentes, la costa de Nautla fue asegurada por el coronel realista Manuel
González de la Vega.
En marzo de 1815, Iturbide y Del Llano unieron
sus fuerzas para atacar el cerro del Cóporo, el cual estaba resguardado por
Ignacio y Ramón López Rayón, el ataque dirigido por los tenientes realistas
Vicente Filisola, Juan José Codallos, Pablo Obregón y Ramón de la Madrid fue
repelido. Tras la frustración de la derrota, Rosáins mandó realizar nuevos
fusilamientos, pero sus excesos provocaron que sus compañeros desconocieran su
mando militar. En julio de 1815, después de una derrota de los insurgentes en
Jilotepec, Epitacio Sánchez se acogió al indulto del gobierno virreinal. El 27 de julio, en Jamapa,
Rosáins fue perseguido y vencido por los propios insurgentes; una vez capturado
se le remitió al Congreso de Anáhuac, pero se logró fugar en las inmediaciones
de Chalco y solicitó el indulto realista, el cual le fue concedido por el
virrey Calleja en octubre de 1815.
Captura y muerte de Morelos
Después
de su retirada del cerro del Cóporo, Iturbide incursionó sin éxito en Michoacán
en busca de los miembros del Congreso de Anáhuac. Al retirarse pasó por
Pátzcuaro, en donde aprehendió a Bernardo Abarca y lo mandó fusilar en
Tzintzuntzan. Para vengar la muerte de este último, el doctor José María Cos
tomó las armas, uniéndose a los grupos insurgentes de Vargas y Carvajal.. El
Congreso lo conminó a regresar a su puesto, pero l, el doctor Cos publicó en
Zacapu un manifiesto expresando su inconformidad l. Por otra parte declaró que los
congresistas habían maniatado a los jefes militares insurgentes, cuestionando a
cada paso sus acciones. En consecuencia el Congreso ordenó a José María Morelos
arrestarlo, Cos fue sentenciado a muerte por su desacato, pero en base a sus
méritos y a solicitud de José María Izazaga, se le conmutó la pena a prisión perpetua
“Los hombres de leyes y los hombres de armas no llegaron a entenderse. En
Puruarán, el 14 de julio de 1815, Morelos dirigió una carta al presidente de
Estados Unidos, James Madison, solicitándole el reconocimiento de la
independencia y el beneplácito para el recibimiento de un embajador enviado por
los insurgentes
Los
miembros del Congreso consideraron que no se encontraban seguros en Michoacán
debido al asedio que sufrían constantemente. A manera de previsión política,
nombraron un Junta Subalterna de Gobierno para ejercer acción en las provincias
occidentales de Texas. José María Lobato Al enterarse de este traslado, Calleja
designó al teniente coronel Manuel de la Concha para interceptar la caravana. El 5 de
noviembre en una avanzada, Morelos, Lobato y Bravo enfrentaron a las fuerzas
realistas en la Batalla de Temalaca. Morelos fue aprehendido por el ex
insurgente Matías Carrasco. Nicolás Bravo se puso al frente del resto de la
tropa pero los diputados le quitaron el mando militar. Manuel Mier y Terán tomó
la decisión de disolver el Congreso bajo los mismos argumentos que había
empleado el doctor Cos
Morelos
fue llevado a la Ciudad
de México. El 27 de noviembre el tribunal de la Inquisición lo declaró
"hereje formal negativo, fautor
de herejes, perseguidor y perturbador de los santos sacramentos, cismático,
lascivo, hipócrita, enemigo irreconciliable del cristianismo, traidor a Dios,
al Rey y al Papa". El obispo de Oaxaca, Antonio Bergosa y Jordán,
realizó la degradación canónica. Por órdenes del virrey Calleja, el 22 de
diciembre de 1815, Morelos fue fusilado en San Cristóbal Ecatepec
Tercera etapa: Resistencia, guerra de guerrillas
(1815-1820)
Después
de la muerte de Morelos, los grupos insurgentes lucharon de manera aislada;
aproximadamente veinte mil rebeldes continuaron en pie de lucha Las fuerzas más
disciplinadas de los insurgentes se encontraban distribuidas de la manera
siguiente: Manuel Mier y Terán en Tehuacán, Guadalupe Victoria en Puente de
Rey, José Francisco Osorno en Zacatlán y los llanos de Apan, cada uno de ellos
contaba con dos mil hombres; los hermanos Ignacio y Ramón López Rayón operaban
con setecientos hombres en el cerro del Cóporo; en el sur Nicolás Bravo, Julián
de Ávila y Pablo Galeana comandaban ochocientos hombres; mientras que Vicente
Guerrero en la Sierra Madre del Sur, Ramón Sesma en Silacayoapan y Juan del
Carmen en la zona de la Mixteca baja contaban con quinientos; en la Lago de
Chapala persistían ochocientos hombres bajo los mandos de José Santana,
Encarnación Rosas y del padre Marcos Castellanos; en Michoacán, Manuel Muñiz,
Garza y Correa contaban con cuatro mil hombres; el presbítero José Antonio
Torres (homónimo del insurgente que había tomado Guadalajara en 1810 y muerto
en 1811) tenía reclutados ochocientos hombres en El Bajío; Víctor Rosales operó
en Zacatecas con trescientos hombres. Adicionalmente comenzaron a destacar
Pedro Moreno que se estableció en el cerro del Sombrero cerca de León, Patricio
López en Santa Gertrudis, José Antonio Couto en las Cumbres de Maltrata, el
doctor Ignacio Couto en el cerro Palmillas, Melchor Múzquiz en Monte Blanco,
José María Villapinto en Boquilla de Piedras, y Pedro Ascencio junto con el
cura José Manuel Izquierdo en el Cerro Goleta.
Mientras
los insurgentes habían disminuido
considerablemente, en ese estado de cosas, las fuerzas realistas superaban los
cuarenta mil efectivos. José de la Cruz contaba con tres mil trescientos
sesenta y tres; la División de las Provincias Internas de Oriente al mando del
brigadier Joaquín Arredondo, tres mil novecientos ochenta y siete; la División
de las Provincias Internas de Occidente al mando de mariscal de campo Bonavia,
doscientos setenta y nueve; en la Antigua California , el capitán Argüello contaba
con ciento nueve y en Nueva California el teniente coronel Pablo Sola tenía
tres mil seiscientos cinco hombres. A esta fuerza, se debía agregar un número
de realistas indeterminado que se encontraban en pueblos pequeños
Capitulaciones e indultos
A
finales del noviembre de 1816, José María Vargas —quien había formado la Junta Gubernativa
de Uruapan— se acogió al indulto, entregando el fuerte de Carrizalillo al
teniente coronel Luis Quintar. Pocos días después Fermín Urtiz hizo lo mismo
con la fortificación de San Miguel Curistarán. En diciembre, Antonio Linares
sostuvo escaramuzas con Ignacio López Rayón y Juan Pablo Anaya en Pátzcuaro;
cuatro meses antes, la isla de Janitzio había sido ocupada por un destacamento
realista al mando de Agustín Aguirre. El 7 del mismo mes, las fuerzas
insurgentes de Rafael López Rayón fueron destrozadas en Tancítaro por Pedro
Celestino Negrete.
Durante
cuatro años, un grupo de insurgentes —bajo los mandos de José Santana,
Encarnación Rosas y del cura Marcos Castellanos— resistieron en la isla de
Mezcala del Lago de Chapala el constante asedio ordenado por José de la Cruz.
Desde 1812, varios realistas como Pedro C. Negrete, Rosendo Porlier, Ángel
Linares, José Navarro, José Antonio Serrato, José María Narváez, Manuel Pastor
o Marcelino Croquer fracasaron en el intento de tomar este reducto. Los
rebeldes incursionaban furtivamente durante las noches hacia las costas del
lago, obteniendo víveres y armamento —el cual era enviado por José María
Vargas—, llegando a atacar poblaciones como Ocotlán.
Matías
Martín de Aguirre y Pío María Ruiz incrementaron la campaña contra el cerro del
Cóporo, ordenando quemar todas las sementeras a la redonda, al igual que los
pueblos de Púcuaro, Santa Catarina Ocurio y Encarnación. Sin recibir auxilio
alguno durante dos meses, Ramón López Rayón convocó a una junta con sus
subalternos. Después de discutirlo presentaron su capitulación y aceptación al
indulto el 2 de enero de 1817. Cinco días más tarde los realistas tomaron posesión
del lugar en donde encontraron treinta piezas de artillería, trescientos
cincuenta soldados y más de mil civiles que se habían refugiado bajo el amparo
de los insurgentes.
Una
triple ofensiva realista se dirigió hacia Tepexi de la Seda, Tehuacán y Cerro
Colorado para atacar a los hermanos Juan y Joaquín Mier y Terán, así como a
Francisco Osorno. Después de diecinueve días de combate en diversos frentes, el
21 de enero de 1817 Manuel Mier y Terán capituló y se acogió al indulto ante el
capitán Bracho. De igual forma Francisco Osorno se rindió ante el mayor Juan
Ráfols el 11 de febrero en San Andrés Chalchicomula. Casi al mismo tiempo el
insurgente Manuel Pérez fue hecho prisionero al abandonar el fuerte de Santa
Gertrudis, Ramón Sesma capituló el fuerte de San Esteban y el brigadier
realista Melchor Álvarez venció a los insurgentes Miguel Martínez y José María
Sánchez en Silacoayapan. El 8 de marzo, Carlos María de Bustamante se indultó
en Veracruz y fue sometido a prisión en San Juan de Ulúa durante algún tiempo.
Entre el 4 y 10 de marzo el coronel Ordóñez tomó en Guanajuato la meseta
conocida como Mesa de los Caballos,
la cual era defendida por el cura Carmona y Encarnación Ortiz. El 20 de mayo,
en el rancho de la Campana ,
cerca de Tacámbaro, fuerzas realistas de Miguel Barragán sorprendieron a un
grupo insurgente; durante este combate murió Víctor Rosales, irónicamente la
operación fue guiada por el ex insurgente y vocal de la Junta de Jaujilla,
Manuel Muñiz, quien se había indultado pocos días antes.
Expedición de Francisco Xavier Mina
Francisco
Xavier Mina era un estudiante de jurisprudencia en Zaragoza durante la Invasión
francesa a España. Empuñó las armas como voluntario de los ejércitos de la
derecha y centro en su lugar de nacimiento. Luchando contra los invasores fue
hecho prisionero y trasladado a Francia en 1810. Al regresar a su patria, en
1814, quedó consternado con la determinación de Fernando VII de abolir la
Constitución gaditana y de las órdenes de aprehensión que se habían girado en contra
de los políticos y pensadores de ideología liberal. Manuel de Lardizábal y
Uribe le ofreció un puesto de mando en Nueva España para luchar contra los
insurgentes, pero lo rechazó indignado pensando que la causa de los americanos
era la misma que la de los españoles europeos. Se unió a su tío Francisco Espoz
y Mina para luchar a favor de la restauración de la Constitución , pero al fracasar tuvo que exiliarse
en Londres, huyendo por Francia. En 1815 fue convencido por Servando Teresa de
Mier de luchar contra el absolutismo, apoyando la independencia de las colonias
americanas. De esta forma, zarpó el 15 de mayo de 1816 del puerto de Liverpool
en compañía de oficiales españoles, italianos e ingleses. Antes de llegar a
Nueva España, la expedición buscó recursos en Nueva Orleans, Galveston, Saint
Thomas y Haití. En los buques Cleopatra,
Neptuno y Congreso mexicano, desembarcó en Soto
la Marina el 15 de abril de 1817. Construyó una guarnición en el mismo lugar,
estableció una imprenta y publicó un manifiesto que explicaba los motivos de su
expedición.
..«Sólo
el rey, los empleados y los monopolistas son los que se aprovechan de la
sujeción de América en perjuicio de los americanos. Ellos, pues, son los únicos
enemigos y los que quisieran eternizar el pupilaje en que los tienen, a fin de
elevar su fortuna y la de sus descendientes sobre las ruinas de este infeliz
pueblo..[..]..Permitidme, mexicanos, participar de vuestras gloriosas tareas,
aceptad los servicios que os ofrezco en favor de vuestra sublime empresa y
contadme entre vuestros compatriotas. ¡Ojalá acierte yo a merecer este título
haciendo que vuestra libertad se enseñoree, o sacrificándole mi propia
existencia! Entonces, en recompensa, decid a vuestros hijos: "Esta tierra
fue dos veces inundada en sangre por españoles serviles, vasallos abyectos de
un rey; pero hubo también españoles liberales y patriotas que sacrificaron su
reposo y su vida por nuestro bien"».
Campaña militar de Mina
Cien
soldados realistas se unieron a las filas del Ejército Auxiliador de la República Mexicana , pero la noticia del
desembarco —el cual ya se esperaba— llegó a la capital. De inmediato, los
ejércitos realistas se pusieron en marcha para confrontar a los recién
llegados. Al mismo tiempo, desde Veracruz, zarparon la fragata Sabina y las goletas Belona y Prosperina al mando del comandante Francisco de Berenger. Los
barcos de la expedición de Mina se encontraban abandonados, no obstante lo cual
fueron incendiados y destruidos por órdenes de Berenger.
Mina
por su parte dejó cien hombres José Sardá para proteger la plaza y se internó
tierra adentro con trescientos ocho hombres para unirse con los ejércitos
insurgentes el 24 de mayo de 1817. Sostuvo el primer combate contra fuerzas
realistas, dirigidas por el capitán Villaseñor, en la Batalla del Valle de Maíz
el 8 de junio. Siete días más tarde pudo repeler el ataque de una fuerza
superior dirigida por Benito Armiñán en la Batalla de Peotillos. El 23 de
junio, llegó al fuerte del Sombrero para reunirse con Pedro Moreno. Mientras tanto,
el brigadier Joaquín de Arredondo forzó a la pequeña guarnición insurgente a
capitular durante el Sitio de Soto la Marina el 15 de junio. Sardá y los
soldados fueron encarcelados en San Juan de Ulúa para después ser exiliados a
España. Teresa de Mier fue trasladado a la Fortaleza de San Carlos de Perote y
después a las cárceles de la
Inquisición , lugar en donde estuvo preso hasta 1820.
El 28
de junio, sumando poco más de quinientos hombres, las fuerzas combinadas de
Mina y Moreno lograron derrotar al capitán Cristóbal Ordóñez en la Batalla de
Los Arrastraderos, pero fueron sitiados en el Fuerte del Sombrero por el
mariscal de campo Pascual Liñán desde el 1 al 20 de agosto. Durante el sitio,
Mina pudo salir para buscar pertrechos y el presbítero José Antonio Torres
intentó auxiliarlos con una fuerza de cien hombres, pero fue repelido en Silao
por el mayor Juan Ráfols. Pedro Moreno y Juan Davis Bradburn lograron escapar,
siendo perseguidos por Anastasio Bustamante. Las bajas de los insurgentes
sumaron más de cuatrocientos cincuenta efectivos.
Mina
organizó a un pequeño grupo de hombres en el Fuerte de Los Remedios y salió de
ahí para continuar su campaña por El Bajío. El 3 de septiembre, realizó la toma
de la hacienda del Bizcocho en San Diego de la Unión ; después se dirigió a San Luis de la Paz y
Valle de Santiago para seguir aumentando el número su ejército. Fue perseguido
nuevamente por Anastasio Bustamante, a quien tuvo que confrontar en la hacienda
de La Caja. Mientras
tanto, Pascual Liñán, con una fuerza de seis mil hombres, comenzó el sitio del
Fuerte de Los Remedios, el cual fue defendido por José Antonio Torres al mando
de mil quinientos hombres. Mina solicitó ayuda a la Junta de Jaujilla y presentó
un plan para ayudar a escapar a los hombres de Torres que se encontraban
sitiados; la estratagema consistía en atacar la ciudad de Guanajuato para así
distraer la atención del ejército de Liñán. Sin embargo, el 27 de octubre, los
hombres de Mina fueron atacados por el regimiento del teniente coronel José
María Nova en la hacienda del Venadito. Durante el combate murió Pedro Moreno,
Mina fue capturado y puesto a disposición del coronel Orratia. Por órdenes de
Pascual Liñán, el 11 de noviembre de 1817, Xavier Mina fue fusilado en el cerro
del Bellaco a la vista de los defensores del Fuerte de Los Remedios. Por esta
victoria realista, el virrey Apodaca recibió el título de Conde del Venadito.
Los
insurgentes resistieron el sitio durante cuatro meses. El 1 de enero de 1818
intentaron la fuga pero fueron sorprendidos y derrotados, muriendo el capitán
Crocker, el doctor Hennessey, el guerrillero Cruz Arroyo, Manuel Muñiz —quien
había abandonado su indulto para unirse a la campaña de Mina— y el coronel
Diego Novoa. El presbítero José Antonio Torres logró escapar. Por el bando de
los vencedores, Pascual Liñán recibió la Orden de Isabel la Católica, Anastasio
Bustamante fue promovido a coronel, Miguel Béistegui a teniente coronel y Pedro
Celestino Negrete a mariscal de campo.
Resistencia de Guerrero
Vicente
Guerrero se unió a las tropas de José María Morelos en El Veladero desde 1811.
Por ende estuvo supeditado a la
Junta de Zitácuaro y al Congreso de Chilpancingo, juró la Constitución de Apatizingán, reconoció la
autoridad de la Junta
de Jaujilla y las que posteriormente se formaron en la ranchería de Zárate y en
la hacienda de las Balsas, reconociendo de esta forma la legalidad y
continuidad insurgente. Hasta 1814 su papel fue secundario, pero después de las
derrotas de Valladolid y Puruarán fue comisionado por Morelos para mantener la
revolución en el sur, área cuya geografía conocía muy bien por sus actividades
como arriero y comerciante anteriores al estallido de la lucha armada.
En
1816, rechazó el indulto ofrecido por el virrey Apodaca y prefirió mantenerse
en pie de lucha. Participó en un sinnúmero de acciones militares, a veces
favorables y a veces desfavorables, las cuales tuvieron lugar en La Mixteca, en
la Costa Chica, en la Costa Grande, a lo largo de la zona del río Mezcala y en
Tierra Caliente. Sus perseguidores más importantes fueron los comandantes
realistas Félix de la Madrid
y Gabriel de Armijo.
Sitio al Fuerte de Jaujilla
Desde
el 15 de diciembre de 1817, el coronel Matías Martín de Aguirre y el coronel
José Barradas iniciaron con una fuerza de mil hombres el sitio al Fuerte de
Jaujilla, donde la defensa estuvo a cargo del coronel insurgente Antonio López
de Lara y de los capitanes Christie y Devers. Los vocales de la Junta de Jaujilla, Antonio
Cumplido, Ignacio Ayala, el canónigo José de San Martín, así como los
secretarios Francisco Lojero y Antonio Vallejo, huyeron del sitio para
establecerse en la ranchería de Zárate en el partido de Turicato, aunque Ayala
prefirió dimitir y su lugar fue ocupado por Pedro Villaseñor. El 3 de febrero,
el presbítero José Antonio Torres levantó una fuerza de trescientos hombres en
Pénjamo para ayudar a romper el sitio, pero su ataque fue rechazado. Por la
intercepción de un correo, los miembros de la Junta de Zárate fueron sorprendidos el 18 de
febrero pero lograron huir, con excepción de José de San Martín, quien fue
aprehendido y encarcelado por tres años. Finalmente, después de casi tres meses
de sitio, los insurgentes del Fuerte de Jaujilla capitularon el 6 de marzo de
1818.
Los
miembros de la Junta
de Gobierno se reorganizaron en la ranchería de Zárate en Huetamo; esta vez fue
conformada por José Pagola, Mariano Sánchez Arriola y Pedro Villaseñor,
decidiéndose relevar del mando al presbítero José Antonio Torres debido a que
por causas desconocidas había pasado por armas a su segundo, Lucas Flores, y a
Remigio Yarza, quien fuera firmante de la Constitución de Apatzingán. En su
lugar fue nombrado el coronel Juan Arago, militar que había llegado en la
expedición de Xavier Mina. Torres se negó a reconocer la autoridad de la Junta de Zárate, prefiriendo
unirse a los coroneles Encarnación y Francisco Ortiz, con quienes logró reunir
mil quinientos hombres, pero fueron derrotados por el coronel realista
Anastasio Bustamante el 28 de abril de 1818. Tras la derrota, Torres se unió
con Miguel Borja y con un pequeño grupo de trescientos hombres reconoció como
única autoridad a Ignacio Ayala, pero su fuerza fue perseguida y dispersada por
el coronel Márquez Donayo. Torres fue abandonado por la mayor parte de sus
seguidores y finalmente murió durante una riña con un subalterno. Entretanto, la Junta de Gobierno fue
nuevamente sorprendida el 10 de junio, siendo capturados y fusilados por el
capitán realista Tomás Díaz, José Pagola y el secretario José Bermeo. Sánchez
Arriola y Villaseñor huyeron a la hacienda de las Balsas, en donde se
establecieron bajo la protección de Vicente Guerrero. Mariano Ruiz de Castañeda
fue nombrado vocal de la nueva Junta.
Vicente Guerrero como general en jefe de las tropas
del sur
Constituida
la nueva Junta del Balsas, la cual se hizo llamar Superior Gobierno Republicano, se ratificó el nombramiento de
Vicente Guerrero como general en jefe del Ejército del Sur. Con esta
investidura, el caudillo se dedicó a reclutar nuevas fuerzas y reorganizar a las
existentes para construir un fuerte en el cerro de Santiago, al que se llamó Fuerte de Barrabás. El 1 de abril de
1818, debido a una traición, Guerrero fue atacado por Gabriel de Armijo en el
campamento de San Gregorio. El general insurgente fue perseguido hasta
Zacatula, en donde los capitanes Isidoro Montes de Oca, Pablo Galeana y Pedro
Mongoy, al mando de trescientos hombres, confrontaron a los realistas. El
combate se mantuvo durante varios días y sin ninguna victoria definida, Armijo
se trasladó a Teloloapan y los insurgentes hacia Coahuayutla.
El 15
de septiembre de 1818, Armijo realizó una nueva ofensiva pero fue derrotado en
la Batalla de El Tamo. Con esta victoria y las armas capturadas, Guerrero
incrementó su fuerza de ochocientos a mil ochocientos hombres. Quince días más
tarde, cerca de Zirándaro, se desarrolló la Batalla de Cerro de Barrabás y
nuevamente la victoria fue para los insurgentes, quienes lograron capturar
cuatrocientos fusiles más. Con un mayor ejército, Guerrero emprendió la reconquista
de Tierra Caliente, fortificándose en Huetamo, Cutzamala, Tlachapa, y la
hacienda de Cuauhlotitlán, en donde también provocó fuertes bajas a los
realistas. Durante estas campañas comenzó a destacar el insurgente Pedro
Ascencio Alquisiras.
Capitulaciones insurgentes durante 1818
En
Nueva Galicia, el insurgente Gordiano Guzmán
Sayularealizó una serie de ataques en las áreas de Tecalitlán y Tuxpan,
pero fue abatido a mediados de noviembre por el coronel Rafael Cevallos en un
punto conocido como Piedras de Lumbre. En la misma provincia, la Junta de
Balsas nombró al coronel Santiago González como comandante militar de la zona
oriental, quien fue perseguido por el teniente coronel Hermenegildo Revuelta,
quien logró hacerlo huir a Silao en el mes de septiembre. Durante el curso de
1818, otros jefes insurgentes se indultaron, entre ellos Vicente Vargas y el
padre Melgarejo en Toluca, Inclán en Xochimilco e incluso Rafael Villagrán en Huichapan. En el área de Veracruz
existieron algunos levantamientos por parte de los indígenas de Coxquihui,
quienes atacaron Xalapa, y de algunos otros grupos insurgentes que atacaron La
Antigua. Para contrarrestar estos brotes, Apodaca ordenó a Ciriaco del Llano y
al coronel José Barradas realizar campañas militares para reducir las
fortificaciones de la zona.
Campañas realistas durante 1819
En
enero de 1819 el virrey Apodaca destituyó del mando de la provincia de Veracruz
al mariscal de campo José Dávila, nombrando en su lugar a Pascual de Liñán.
Durante el mismo mes, en la zona de Jamapa, varios oficiales insurgentes se
acogieron al indulto. El 2 de febrero, Liñán otorgó la libertad a Carlos María
de Bustamante. En Nueva Galicia, Hermenegildo Revuelta continuó persiguiendo a
los pequeños grupos independentistas que quedaban en la zona. Durante el mes de
marzo, en la cañadas de Huango, Vicente Lara, con una fuerza de mil quinientos
hombres, logró vencer a un grupo de cien insurgentes que eran dirigidos por el
coronel Juan Davis Bradburn. Éste pudo escapar para unirse a Vicente Guerrero.
Poco después de esta derrota se indultaron Mariano Tercero —quien a la sazón
era vocal de la Junta Gubernativa— y Juan Pablo Anaya. En el mes de julio lo
mismo hicieron Juan Arago y Pablo Erdozaín. En El Bajío, el regimiento de
Anastasio Bustamante logró la captura del guerrillero Andrés Delgado "el
Giro", quien murió en manos del alférez Castillo el 3 de julio en las
cercanías de Santa Cruz; su cabeza fue exhibida en Salamanca. En la Sierra
Gorda aún continuaban resistiendo al regimiento del realista Casanova un
pequeño grupo de insurgentes bajo los mandos del coronel Miguel Borja y del
doctor José Antonio Magos. El virrey Apodaca envió para reducir a este grupo al
brigadier Melchor Álvarez, quien se hizo acompañar de algunos ex insurgentes que
conocían la zona y que previamente se habían indultado. De esta forma, durante
el mes de junio fue capturado y fusilado el guerrillero Guadalupe González en
el llano de Montenegro; casi de inmediato el doctor Magos solicitó el indulto.
Borja resistió hasta el 28 de diciembre, fue vencido en San Miguel el Grande y
se le llevó a Querétaro, lugar en donde se le otorgó el indulto.
Vicente
Guerrero llevó la guerra con Gabriel de Armijo hasta Chilapa, pero durante sus
combates, la Junta
fue sorprendida en las Balsas y en consecuencia Mariano Sánchez Arriola fue
capturado y fusilado. Así fue como desapareció el único centro directivo de la
revolución. Pedro Ascencio se fortaleció en Tlatlaya, mientras que Guerrero
hizo lo propio en Coahuayutla. A mediados de junio se integró a las fuerzas
realistas de la zona el teniente coronel José Antonio de Echávarri, quien logró
capturar el Fuerte de Barrabás. Nuevas ofensivas de los realistas Pío María
Ruiz y Barragán forzaron a Guerrero a cruzar el río Balsas hacia Michoacán,
siendo vencido el 5 de noviembre en la Batalla de Agua Zarca. Tras la derrota,
el caudillo insurgente cruzó nuevamente el río, pero esta vez, en dirección
hacia la Sierra Sur.
Cuarta etapa: Consumación (1820-1821)
Se
estima que habían muerto más de un millón de personas en Nueva España después
de más de diez años de lucha. Es decir, una sexta parte de la población de la Nueva España había
sido aniquilada durante la guerra. Los gastos de guerra, por otro lado, tanto
en España como en América, llevaron al reino a la bancarrota. Las minas, muchas
de ellas abandonadas, redujeron su producción a una tercera parte de los
niveles que se tenían antes de 1810. La producción de las haciendas, de igual
forma, fue mermada por falta de mano de obra. Como efecto secundario, la Iglesia dejó de recibir
los diezmos habituales. La metrópoli española siguió imponiendo restricciones
económicas y solicitando el envío de recursos para coadyuvar a su propia
crisis. Los miembros del ejército virreinal estaban descontentos por los bajos
sueldos y porque existía una abierta preferencia hacia las tropas
expedicionarias que habían llegado de España desde 1812.
En
España, la revolución iniciada por Rafael de Riego dio inicio al Trienio
Liberal y de esta forma se restauró la vigencia de la Constitución de Cádiz.
Fueron impuestas medidas anticlericales para restar poder a la Iglesia, entre
ellas la expulsión de los jesuitas, la abolición de diezmo y de la Inquisición.
Cuando la élite de Nueva España vio afectados sus intereses intentó rechazar la
forma de gobierno liberal. Una serie de reuniones, encabezadas por el canónigo
Matías de Monteagudo, tuvieron lugar en el oratorio de San Felipe Neri y fueron
conocidas bajo el nombre de Conspiración de la Profesa. Sus miembros vieron en
Agustín de Iturbide al jefe militar capaz de dar un giro a la lucha de
Independencia, la cual en lugar de tener el matiz popular que habían abanderado
Hidalgo y Morelos, se convirtió en un proyecto de la oligarquía novohispana que
deseaba devolver a Fernando VII su poder absoluto.
Campañas contra los insurgentes en 1820
Para
principios de 1820, aún continuaron existiendo focos de insurrección latentes
en diversos puntos de Nueva España. En Nueva Galicia, Guanajuato y Michoacán
persistieron los ataques de Gordiano Guzmán, Francisco y Encarnación Ortiz, y
de los hermanos Bedoya. En el sur, Pedro Ascencio continuó siendo perseguido
sin éxito por Juan Rafols, quien después de ser derrotado recibió refuerzos de
las tropas de Toluca, Querétaro y Celaya. De cualquier forma, Ascencio, con
ayuda del presbítero José Manuel Izquierdo, logró nuevas victorias en abril y
mayo, siendo la más significativa la que tuvo lugar en Cerromel. Manuel de la Concha aprehendió , el
realista amenazó a José Manuel con la vida de su padre si no se sometía al
indulto y ante la negativa giró la orden de fusilamiento. Por su parte, Vicente
Guerrero, con la ayuda de José María Lobato, continuó atacando a las tropas de
Gabriel de Armijo, impidiendo que éste pudiese plantear una verdadera ofensiva.
Durante la época de lluvia las tropas insurgentes de Ascencio y Guerrero
atacaron simultáneamente al capitán realista, quien prefirió renunciar a su
puesto en el mes de noviembre.
La Constitución española restaurada
En
España, el 1 de enero de 1820, el general español Rafael de Riego junto con
otros liberales convencieron a los soldados de la localidad Las Cabezas de San
Juan para que se rebelaran y restauraran la Constitución de Cádiz. La
revolución se expandió en la Península ibérica.
El rey
nombró una Junta Provisional Consultiva y los políticos y pensadores liberales
fueron excarcelados. Se programaron elecciones a la nuevas Cortes, las cuales
iniciarían sus sesiones en el mes de julio. Se enviaron instrucciones a los
virreinatos y capitanías para que se publicara el decreto real por el cual se
restauraba la
Constitución. Con conocimiento de la demora que llevarían las
elecciones en las colonias, la Junta Provisional escogió treinta suplentes para
representar al Nuevo Mundo. Los diputados americanos, muchos de ellos recién
liberados, protestaron la decisión exigiendo una mayor número de
representantes, amenazando además, de no participar en la elección de
suplentes. La Junta
no accedió a la petición y fue Miguel Ramos Arizpe quien los convenció de que era
mejor opción tener pocos diputados que ninguno. Los primeros diputados de Nueva
España fueron el propio Miguel Ramos Arizpe, José Mariano Michelena, José María
Couto, Manuel Cortázar, Francisco Fagoaga, José María Montoya y Juan de Dios
Cañedo. Cuando las Cortes se reunieron, nuevamente se formuló la "cuestión
americana", que demandaba mayor representación, libre comercio y abolición
de monopolios; adicionalmente, se insistió en establecer un mayor número de
diputaciones provinciales.
La conspiración de La Profesa
Las
primeras noticias del triunfo de la revolución liberal llegaron al puerto de
Veracruz el 26 de abril de 1820. Los criollos de ideología liberal recibieron
estas noticias con entusiasmo, al igual que los miembros del Consulado de
Veracruz, quienes deseaban volver a instalar el libre comercio en la Nueva España. Tres
días después se recibió la noticia en la Ciudad de México, pero los españoles
de ideas absolutistas, conformados por la clase aristócrata y el alto clero,
reaccionaron de distinta manera. El canónigo Matías de Monteagudo lideró una
serie de reuniones secretas conocidas con el nombre de Conspiración de La
Profesa. A ellas asistieron el regente de la Real Audiencia de México, Miguel
Bataller, el fiscal de la Inquisición, José Tirado, el obispo de Puebla Antonio
Joaquín Pérez, Juan José Espinosa de los Monteros, miembros del Consulado de
México, y otros más que habían sido partícipes del golpe de Estado de 1808. El
propio virrey Apodaca tenía conocimiento de estas reuniones.
En primera
instancia los conspiradores pretendieron evadir o aplazar la jura de la Constitución , pero debido a que ésta fue
ampliamente aceptada por los comerciantes de Veracruz con el apoyo de tropas
españolas, Apodaca hizo lo propio el 31 de mayo de 1820. A pesar de que se
convocó a un Real Acuerdo, y la
Carta Magna fue jurada por los oidores, así como por las
altas autoridades religiosas, los conspiradores no se dieron por vencidos.
Buscaron un jefe militar para poder llevar a cabo su último plan, el cual consistía
en proclamar la independencia de Nueva España para establecer una monarquía
dirigida por un infante de España. Fue Matías de Monteagudo quien recomendó al
nuevo jefe político superior, Juan Ruiz de Apodaca, nombrar a Agustín de
Iturbide como comandante de los ejércitos del sur. Apodaca accedió a la
propuesta y el día 15 de noviembre de 1820, Iturbide aceptó el puesto
solicitando el grado de brigadier y la asignación del regimiento de Celaya el
cual había comandado con anterioridad.
Para la Iglesia la situación se
agravó ya que se abolió la Inquisición, la Compañía de Jesús fue suprimida por
segunda ocasión y se anunció la desaparición de las órdenes monásticas, la
venta de bienes eclesiásticos, así como la reducción de diezmos. Por una parte,
el grupo de los persas temieron
represalias por haber apoyado el golpe absolutista de Fernando VII, por otra parte, los insurgentes que se
encontraban en prisión fueron liberados: Nicolás Bravo, Ignacio López Rayón,
Manuel Mier y Terán, José Sixto Verduzco, Francisco Osorno y muchos otros.
Plan de Iguala
Una vez
que Iturbide logró establecer la paz con los insurgentes, comenzó su campaña
epistolar. Envió una carta a Juan José Espinosa de los Monteros con el borrador
del plan. Con la finalidad de ganar más adeptos, mandó emisarios para explicar
sus intenciones a los comandantes realistas Pedro Celestino Negrete, Anastasio
Bustamante y Luis Cortazar. Se reunió personalmente en Sultepec con el teniente
coronel Miguel Torres. El compadre de Iturbide, Juan Gómez Navarrete, informó a
los diputados, que se encontraban en Veracruz a punto de zarpar hacia España,
el plan que se iba a proclamar. La mayor parte de ellos recibió con
desconfianza la noticia.
El 24 de febrero de 1821, Iturbide proclamó el
Plan de Iguala el cual se fundamentó en tres garantías: religión católica como única aceptada, unión de todos los habitantes, e independencia de la Nueva España. Se proponía la creación de una
junta, lo cual había deseado Primo de Verdad desde 1808; la abolición de la
esclavitud y defensa de la religión católica, lo cual había proclamado Hidalgo
en 1810; se establecía que todos los habitantes sin distinción serían
considerados ciudadanos, lo cual había proclamado Morelos en 1813; se
proclamaba un régimen constitucional, por lo cual luchó Mina en 1817; se
buscaba la unión y la paz para terminar con el derramamiento de sangre, lo
cual, después de una década de luchas fraticidas, deseaba toda la población; se
ratificaban los privilegios y los fueros del clero. Se creó el Ejército
Trigarante conformado inicialmente por el ejército Insurgente y por las tropas
realistas que se encontraban bajo el mando de Iturbide, quien asumió el puesto
de jefe máximo.
El Plan
de Iguala fue enviado al jefe político superior Apodaca, al arzobispo Pedro de
Fonte y a otros funcionarios de la Nueva España. En una carta particular,
Iturbide le pidió a Apodaca presidir la Junta Gubernativa que se contemplaba en
el plan, le dijo que no creía que Fernando VII hubiese jurado voluntariamente
la Constitución de Cádiz y que si el monarca o su familia accedían a gobernar
Nueva España, se podría redactar una constitución moderada la cual permitiría
reintegrar las preeminencias de las que habían sido despojados los miembros de la Iglesia.
Los
absolutistas que habían participado en la Conspiración de La Profesa, vieron
que el Plan de Iguala trastornaba sus planes originales, pues estos tan sólo
consistían en proclamar la independencia de la colonia para erigir un trono al
monarca absoluto o a alguno de los infantes de España.
Al
mismo tiempo, mandó formar el Ejército
del Sur con una tropa de cinco mil hombres inicialmente bajo el mando
del mariscal de campo. El coronel José Gabriel de Armijo fue llamado para ser
nuevamente comandante general del Sur, se unieron el batallón de Castilla del coronel Francisco Hevia, el batallón del Infante Carlos, parte de
la caballería del regimiento del
Príncipe y parte de la tropa comandada por el coronel Juan Ráfols que se
encontraba en Tejupilco.
Campaña del Ejército Trigarante
El 16
de marzo, Iturbide envió dos cartas con copias del Plan de Iguala a España. La
primera fue dirigida al rey Fernando VII a quien invitó para gobernar al reino
de la América
septentrional o Imperio Mexicano. La segunda fue dirigida a los diputados de
las Cortes españolas a quienes pidió aceptar de forma pacífica la independencia
de la Nueva España ,
advirtiéndoles que tenía un ejército disciplinado listo para defender esta
causa.
Antes
de que el Ejército Trigarante, iniciara su campaña, las tropas realistas se
encontraban comandadas por el coronel Samaniego. Durante el mes de marzo y los
primeros días de abril de 1821, las reacciones fueron diversas. Acogieron y
proclamaron con entusiasmo el Plan de Iguala, el capitán Horbegoso en Veracruz;
el subalterno Celso de Iruela en Perote; Anastasio Bustamante quien se dirigió
a Guanajuato, lugar en donde ordenó descolgar de la Alhóndiga de Granaditas los
cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez para darles sepultura.
Después logró reunir un ejército de seis mil
hombres en Salamanca, Irapuato, Silao, León y San Miguel el Grande; el sargento
mayor Juan Domínguez en Apatzingán; el teniente coronel Miguel Barragán en
Ario; así como Vicente Filisola y Juan José Codallos en Tusantla. El plan fue
rechazado por Vicente Marmolejo en Cuernavaca, Tomás Cajigal en Taxco. Por otra
parte, Antonio Linares no aceptó el plan en Celaya y se dirigió a Querétaro;
Agustín de la Viña
se pertrechó en la Fortaleza de San Carlos de Perote, al igual que el coronel
Quintanar en Valladolid.
Las
primeras acciones militares tuvieron lugar cuando el cura de Xalapa, José
Martínez, obligó al coronel José Rincón a retroceder hacia Orizaba en busca de
la ayuda de Antonio López de Santa Anna. El 25 de marzo, el ex insurgente
Francisco de Miranda en combinación con José Joaquín de Herrera lograron la
capitulación de Santa Anna y Rincón, quienes a partir de ese momento juraron el
Plan de Iguala. Herrera entró a la ciudad de Córdoba el 1 de abril forzando la
capitulación del comandante realista Alcocer. El ex insurgente Nicolás Bravo
comenzó su campaña en Chilpancingo, Iturbide cruzó la Tierra Caliente en
dirección a Cutzamala en donde se le unió el ex insurgente Ramón López Rayón a
quien le destinó fortalecer nuevamente el cerro del Cóporo en Zitácuaro. En el
mes de abril, la comitiva de Iturbide llegó a Acámbaro para reunirse con
Bustamante, Cortázar y Joaquín Parres, a partir de lo cual el ex insurgente
Epitacio Sánchez fue su escolta. En El Bajío, los insurgentes Francisco Ortiz,
Encarnación Oriz, Miguel Borja, José Durán, y algunos otros más que todavía se
encontraban levantados en armas, se unieron al Ejército Trigarante.
El
Ejército del Sur dirigido por Márquez Donayo y Gabriel de Armijo se dirigió a
Zacualpan para confrontar sin éxito a las fuerzas insurgentes dirigidas por
Pedro Ascencio y el padre José Manuel Izquierdo.
El día 14 de abril, el capitán realista
Ignacio Inclán proclamó el Plan de Iguala en Lerma atacando la retaguardia del
Ejército del Sur. José Joaquín Herrera inició su avance hacia Puebla; con la
finalidad de detenerlo, pero gran parte de la tropa realista desertó para
unirse a los trigarantes en la cañada de Ixtapa y al ver disminuido su
ejército, Zarzosa regresó a Puebla.
El
coronel Francisco Hevia persiguió a las fuerzas de Nicolás Bravo, pero cuando
éste paso por Atlixco se le unieron Francisco Osorno y otros ex insurgentes que
habían luchado en los Llanos de Apan y juntos se dirigieron a Huejotzingo.
Bravo acudió al mismo lugar con cuatrocientos hombres para ayudar a Herrera,
pero después de tres días de combate, el 26 de abril, los trigarantes
abandonaron la plaza. Bravo se dirigió a los Llanos de Apan y Herrera regresó a
Córdoba.
El 25
de abril, Antonio López de Santa Anna proclamó la independencia en Alvarado, permitiendo
al capitán realista Juan Bautista Topete retirarse con algunos de sus hombres
hacia Veracruz. Días más tarde, Santa Anna y Joaquín Leña atacaron por sorpresa
la ciudad de Xalapa; después de seis horas de combate, el capitán Juan
Horbegoso pidió la capitulación. El 20 de abril, tras haber estado escondido,
Guadalupe Victoria se unió al movimiento trigarante publicando una proclama;
las guerrillas de la costa se volvieron a levantar en armas, de tal suerte que
el fuerte de La Antigua fue abandonado por los realistas.
El 1 de
mayo, Iturbide se encontraba en León, desde ahí envió una misiva a José de la
Cruz para negociar su adhesión al movimiento independentista. El 8 de mayo, en
las cercanías de Yurécuaro se entrevistaron ambos personajes, convinieron un
armisticio provisional e Iturbide pidió a De la Cruz convencer a Apodaca para
aceptar el Plan de Iguala.. Conforme a lo convenido envió a un mensajero a la
capital, pero Apodaca rechazó enérgicamente la propuesta
La
derrota de Ascencio fue recibida con beneplácito por Apodaca, pero la rendición
de Valladolid lo consternó. Desesperado, publicó un bando por el cual canceló
la libertad de imprenta y llamó al alistamiento forzoso de varones entre
dieciséis y cincuenta años de edad. Pero ninguna de estas medidas impidió que
parte de la tropa de la capital desertara y huyera para reunirse con los
trigarantes. El capitán Eduardo Laris que ocupaba el cuartel del Hospicio, a
quien respaldó con una tropa de trigarantes el coronel José Antonio Andrade.
Laris fue designado para tomar el puerto de San Blas. Al verse sin protección,
José de la Cruz huyó de Guadalajara para reunirse con la división de
Hermenegildo Revuelta, ambos se dirigieron a Zacatecas. Tras una breve escala,
continuó su marcha hacia Durango lugar en el que fue bien recibido por el
obispo Juan Francisco Castañiza.
La
plaza de San Juan del Río, resguardada por mil cien realistas bajo el mando del
coronel José María Novoa, comenzó a ser rodeada por los trigarantes; desde Toluca
un batallón dirigido por el teniente coronel Almela llegó al lugar en su ayuda.
El 7 de junio, Novoa negoció la capitulación y con solo cuatrocientos fieles se
retiró a la capital. En una situación similar, pero con seiscientos cincuenta
hombres, se encontraba el brigadier Luaces en Querétaro. Desde San Luis Potosí
partió un contingente de ochocientos realistas bajo los mandos de los coroneles
El 27
de junio el Ejército Trigarante, que rodeaba la ciudad de Querétaro, estaba
conformado por diez mil hombres. Sin mayores esperanzas de apoyo militar, el
brigadier Luaces capituló la plaza de forma pacífica
Deposición de Juan Ruiz de Apodaca
Las
derrotas y capitulaciones que se suscitaron durante los primeros cinco meses de
la campaña del Ejército Trigarante fueron una afrenta para los oficiales de los
cuerpos expedicionarios españoles, quienes achacaron estas desgracias a la
impericia e ineptitud. Con este cuerpo de efectivos rodearon el Palacio
Virreinal e irrumpieron en la sala donde se encontraba reunido Apodaca con los
altos jefes militares
El
avance de los trigarantes continuó, desde finales de abril Nicolás Bravo
realizó una campaña por Zacatlán, y Tulancingo, en donde sorprendió al coronel
Manuel de la Concha. El
jefe realista huyó a la capital y Bravo se apoderó del armamento que se
encontraba almacenado en Pachuca. Durante su paso por Tlaxcala se le unieron
los ex jefes realistas Zarzosa y Miota con una fuerza de caballería de
trescientos cincuenta hombres. Casi al mismo tiempo, José Joaquín de Herrera
llegó a Cholula, en donde se le unió el ex insurgente Manuel Mier y Terán para
dirigir la artillería. La ciudad de Puebla estaba defendida por Ciriaco del
Llano, quien tenía como segundo al coronel José Morán, desplazado en San Martín
Texmelucan
Entretano,
Iturbide marchó de Arroyo Zarco hacia Cuernavaca, la cual estaba guarnecida por
Gabriel de Armijo y Cristóbal Húber, pero éstos al enterarse del numeroso
ejército que se aproximaba, no hicieron ningún esfuerzo por confrontarlo y se
trasladaron de inmediato a la
Ciudad de México:
El jefe
máximo del Trigarante prosiguió su camino a Cholula. El 2 de agosto, Iturbide
entró triunfalmente en Puebla. Se oyeron algunas voces que lo saludaban
diciendo "¡viva Agustín I!".
Las
Provincias Internas de Oriente se encontraban bajo el mando del brigadier
Joaquín Arredondo. Cuando los rumores de la proclamación del Plan de Iguala
llegaron a mediados de marzo, una agitación se produjo en los ánimos de la
población. El brigadier envió al capitán Nicolás del Moral a la plaza para
arrestar al tesorero y hacer cumplir su orden, pero el capitán, lejos de
obedecer, optó por proclamar el Plan de Iguala. Arredondo comprendió que esta
reacción sucedería de igual forma en Monterrey, por lo que se anticipó,
proclamando él mismo el plan en dicha ciudad, pero quienes habían proclamado el
plan en Saltillo se rehusaron a seguir reconociéndolo como autoridad.
En la
provincia de Oaxaca el presbítero y ex insurgente José María Sánchez tomó
nuevamente las armas para adherirse al Plan de Iguala; poco después el teniente
coronel De esta forma, para el 9 de junio el plan había sido proclamado en
Tehuacán y Teotitlán. Diez días más tarde, el capitán realista Antonio de León
decidió unirse a los trigarantes,
León.
Sin contar con más apoyo, Aldao firmó la capitulación el día 17 de julio
entregando su armamento a los sitiadores. El día 29, con un gran número de
indígenas mixtecos, León se dirigió a Huitzo. Después de disparar tres horas
los cañones sobre las posiciones realistas, Obeso se rindió. El 30 de julio,
Antonio de León, el contingente mixteco y la caballería de Francisco Miranda
tomaron de forma pacífica la ciudad de Oaxaca para proclamar la independencia. .
Desde
que se reunieron las Cortes en Madrid en 1820, los diputados del Nuevo Mundo
intentaron captar la atención para resolver la "cuestión americana",
cuyas propuestas demandaban mayor representación, abolición de monopolios y
libre comercio. La delegación americana era minoría pues solo estaba conformada
por setenta y ocho diputados y, por tanto, la atención de las Cortes se centró
en resolver los problemas internos de la Península ibérica.
En la
Ciudad de México se concentraron la mayor parte de las tropas realistas. Con un
panorama de acción de guerra inminente, parte de la población civil prefirió
emigrar a las pequeñas poblaciones aledañas. Los conventos se llenaron de
mujeres y muchos miembros del ejército realista huyeron por las noches para
incorporarse a los independentistas. No hubo un claro resultado favorable para
ninguno de los beligerantes, ya que durante la refriega murieron doscientos
realistas y doscientos trigarantes. Entre estos últimos se encontraba el ex
insurgente Encarnación Ortiz, y cuando sus compañeros se enteraron de lo
ocurrido, por venganza, pasaron por las armas al teniente Vicente Gil, que
había sido hecho prisionero en el campo de batalla. Ambos bandos se retiraron a
sus emplazamientos.
El día
24 de agosto de 1821, después de escuchar misa, O'Donojú e Iturbide firmaron
los Tratados de Córdoba, compuestos por diecisiete artículos en cuyos puntos
principales se reconocía la soberanía e independencia del Imperio Mexicano, el
cual sería monárquico constitucional moderado. Sería llamado a gobernar
Fernando VII o algún otro miembro de la casa real y, en caso de que ninguno de
ellos aceptase, las Cortes del Imperio designarían al soberano. Mientras tanto,
de acuerdo a lo estipulado en el Plan de Iguala.
En la
costa del Golfo de México, Santa Anna ordenó al capitán Juan Nepomuceno
Fernández, al mando de cuatrocientos hombres, ocupar las poblaciones de
Acayucan y Coatzacoalcos. La ciudad fue sitiada por dos mil seiscientos
trigarantes bajo el mando de Pedro Celestino Negrete, quien solicitó su
rendición, explicándoles la situación general que reinaba en Nueva España,
cuando los realistas izaron una bandera blanca en la torre de la catedral.
Negrete resultó herido por una bala en la mandíbula, pero a pesar de ello, él
mismo ratificó la capitulación marchando al frente de sus hombres para tomar la
plaza el 6 de septiembre. José de la
Cruz se trasladó a Veracruz, en donde se embarcó con destino
a España.
El 5 de
septiembre, con un ejército de dieciséis mil hombres rodeando a la capital,
Iturbide montó su cuartel en Azcapotzalco. A este lugar acudieron a rendirle
pleitesía miembros de la aristocracia, así como los militares Domingo Luaces,
Melchor Álvarez, Juan Horbegoso, José Morán, Cela, y Arana, quienes se
incorporaron al Ejército Trigarante recibiendo nombramientos de inmediato para
dirigir el sitio de la capital.,
O'Donojú
se entrevistó con los comisionados. Además de requerirle su visita al Palacio
Virreinal. Finalmente ambas partes accedieron a reunirse el 13 de septiembre en
Tacubaya, siempre y cuando Iturbide estuviese presente. La reunión de los
generales O'Donojú y Novella se celebró a puerta cerrada. Al término de la
misma, sólo se dio a conocer que el armisticio se prorrogaba por tres días más.
De
vuelta en la capital, el 15 de septiembre, Novella hizo público el
reconocimiento de O'Donojú como nuevo jefe político superior. Se giraron
órdenes para liberar de prisión a los simpatizantes de la independencia, se
restableció la libertad de prensa y se permitió el libre tránsito de acceso a
la ciudad.
El 15
de septiembre de 1821, en la Provincia de Guatemala, Gabino Gaínza convocó una
junta con las autoridades del lugar en la que se decidió proclamar el Plan de
Iguala, pero la población se encontraba a disgusto por la anexión de la
Provincia de Ciudad Real de Chiapas, acordada en Comitán. Si bien se realizó el
juramento al Plan, la población manifestó su deseo de independencia absoluta
tanto de España como de México.
Entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, firma del
acta de independencia.
Tacubaya
fue la residencia temporal de Iturbide y O'Donojú. Fueron visitados por los
miembros de la diputación provincial, del Ayuntamiento, del cabildo
eclesiástico, del Consulado, así como por el gobernador de la mitra de
Michoacán, Manuel de la
Bárcena , el oidor José Isidro Yáñez, y el obispo de Puebla
Antonio Joaquín Pérez, quienes aspiraban a formar parte del nuevo gobierno. De
esta forma se escogieron a los treinta y ocho miembros de la Junta Provisional
Gubernativa, pero no fue llamado ninguno de los ex insurgentes para tomar
parte. Los días 22 y 25 de septiembre se efectuaron dos sesiones preparatorias.
A las diez de la mañana, el jefe máximo
encabezó el desfile de entrada a la capital, avanzando por el Paseo Nuevo hasta
la avenida Corpus Christi, en donde se detuvo en la esquina del convento de San
Francisco bajo un arco triunfal. El alcalde decano José Ignacio Ormachea le
entregó las llaves de la ciudad. Desfilaron 16 134 efectivos, de los
cuales 7 416 eran infantes, 7 955 dragones de caballería, y 763
artilleros, quienes transportaban 68 cañones de diferentes calibres.
El 28
de septiembre la Junta Provisional Gubernativa realizó su primera sesión en el
salón de acuerdos del recién nombrado Palacio Imperial. Los treinta y ocho
miembros se dirigieron a la Catedral para jurar el Plan de Iguala y los
Tratados de Córdoba. A las nueve de la noche se llevó a cabo la firma del Acta
de Independencia del Imperio Mexicano
El 9 de
octubre, Antonio López de Santa Anna llevó a cabo las acciones militares que
lograron la capitulación del Fortaleza de San Carlos de Perote. El 26 de
octubre, el gobernante interino de Veracruz Manuel Rincón se adhirió al plan de
independencia, sustituyó al brigadier José García Dávila, quien prefirió
resguardarse en la fortaleza.
Reacciones de España
En las
Cortes de Madrid se determinó que los diputados suplentes de América ya no
podrían participar en las nuevas sesiones, pues estos habían sido elegidos
solamente para un período. Los diputados novohispanos Lucas Alamán, Juan Gómez
de Navarrete y Miguel Puchet expusieron elocuentemente que si las Cortes no
reconocían las exigencias del Nuevo Mundo como legítimas, España perdería sus
reinos americanos. Pero los diputados europeos se negaron a dar concesiones a
los americanos, estos últimos perdieron paulatinamente la esperanza de ver
consensuadas sus peticiones. Habían emprendido el viaje de regreso a sus
tierras, convencidos que sólo la independencia podría darles el gobierno que
deseaban.
Fue
hasta el 28 de diciembre de 1836, cuando después de haber realizado
negociaciones de paz y reconciliación, España reconoció la independencia de
México.
México surge a la vida independiente
Desde
el nombramiento de los integrantes de la Junta Provisional Gubernativa fue
sintomático que no se encontrase ninguno de los antiguos líderes insurgentes.
Se convocó a la elección de diputados para el Congreso Constituyente. Ésta fue
por estamentos, lo que impidió una representación equitativa de las provincias.
No obstante, se logró formar un grupo heterogéneo. Durante la primera asamblea
se disputó la titularidad de la soberanía, la cual asumió el Congreso,
provocándose así un claro distanciamiento con la Regencia , de la cual
Iturbide era el titular.
En el
seno del Congreso, sin existir propiamente partidos políticos, se formaron
básicamente dos grupos mayoritarios: los republicanos y los iturbidistas, así
como un grupo minoritario que anhelaba un régimen gobernado por los
borbonistas. El 18 de mayo, los iturbidistas conformados por el alto clero y
miembros del Ejército Imperial pidieron y obtuvieron la corona para Agustín I,
quien fue coronado el 21 de julio de 1822.
La
reducción de impuestos y alcabalas produjo una crisis económica, los sueldos
del ejército no podían ser cubiertos. El Congreso propuso la disminución de las
fuerzas armadas. La oposición de los liberales contra el emperador se exacerbó
y una conspiración organizada para establecer la república fue descubierta.
Iturbide
decidió disolver el Congreso el 31 de octubre, con lo cual el pacto de unión establecido en el Plan de
Iguala se rompió.. A pesar de que Iturbide envió a José Antonio de Echavarría a
reprimir la sublevación, en febrero de 1823 se proclamó el Plan de Casa Mata,
al cual se unieron los antiguos insurgentes Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y
Vicente Guerrero. En solamente siete semanas, las dieciséis diputaciones
provinciales, ávidas de obtener mayor autonomía, se adhirieron al nuevo plan.
Se
estableció un triunvirato conformado por Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y
Pedro Celestino Negrete, cuyos suplentes fueron José Mariano de Michelena,
Miguel Domínguez y Vicente Guerrero, dándose así el paso definitivo a la
instauración del régimen republicano. La clase política estuvo integrada por
centralistas, cuyos principales promotores eran los miembros.
José de la Cruz Porfirio Díaz
Mori (Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 15 de
septiembre de 1830 - París, Francia, 2 de julio de 1915) fue militar y político mexicano, que ejerció
el cargo de Presidente de México, en nueve ocasiones; la primera, del 21 de
noviembre de 1876 al 6 de diciembre de 1876 (después del triunfo de la
Revolución de Tuxtepec, ocupando el cargo de forma interina ); y, la segunda
vez, del 17 de febrero de 1877 al 5 de mayo de 1877. Nuevamente, ocupando el
cargo de forma interina, del 5 de mayo de 1877 al 30 de noviembre de 1880 (después
de haber sido elegido Presidente). Posteriormente, desempeñó la presidencia
para los periodos: 1884-1888, 1888-1892, 1892-1896, 1896-1900, 1900-1904 y
1904-1910.
Antes de asumir la presidencia fue un militar destacado,
quién brilló por su participación en la Segunda Intervención Francesa en
México. Combatió en las batallas de Batalla de Puebla, Sitio de Puebla, Batalla
de Miahuatlán y en la Batalla de la Carbonera. Resaltaron sus acciones
militares en el estado de Oaxaca, en donde organizó guerrillas contra los
franceses. Porfirio Díaz, el 2 de abril de 1867, tomó Puebla, y el 15 de junio,
recuperó para las tropas republicanas la Ciudad de México.
Tomó armas contra el gobierno federal, en dos ocasiones,
la primera contra Benito Juárez con el Plan de la Noria, y, posteriormente,
contra Sebastián Lerdo de Tejada, enarbolando el Plan de Tuxtepec. Tras el
triunfo del segundo plan, Díaz asumió la presidencia.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada
intentaría reelegirse, Porfirio Díaz decidió levantarse en armas. Formado en la
guerra de Reforma y durante la intervención francesa, Díaz gozaba de gran
prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país.
Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de
México para gobernar el periodo que comprende de 1876 a 1911 con un breve
intermedio durante el gobierno de Manuel González.
Luego del Motín de Perote de 1868, el Levantamiento
en Puebla de 1868, la Rebelión en Yucatán de 1868, el Levantamiento en Sinaloa
de 1868, la Revolución Antijuarista (1869-1870), el Levantamiento en Tamaulipas
de 1871, el Intento de Golpe de Estado en México de 1871 y el nuevo periodo
presidencial de Benito Juárez, la población en general previó que una nueva
guerra civil estallaría pronto.
Así aconteció que el general Trinidad García de la
Cadena se pronunció en Zacatecas desconociendo a Benito Juárez. El general
Donato Guerra, que poco antes había combatido a los sublevados del Intento de
Golpe de Estado en México de 1871, se alzó en armas; el general Jerónimo
Treviño, reelecto en Nuevo León, renunció al gobierno y se pronunció en
Monterrey. Ya en Sinaloa, el general Francisco Cañedo y el general Eulogio
Parra se habían pronunciado antes. Por fin, el general Porfirio Díaz, a quien
los rebeldes aclamaban como caudillo de la revolución se pronunció en su
hacienda de la Noria, cerca de Oaxaca, lanzando el plan del mismo nombre, que
proponía la suspensión del orden constitucional y convocaba una Junta de
notables para reorganizar el país.
Los pronunciamientos emergieron y las guerrillas
pululaban en varios Estados. En política, el partido lerdista ayudaba en el
Congreso y en la Prensa las propuestas rebeldes, quedando Juárez reducido a su
ministerio y a pocos Estados dentro del país. No obstante, Juárez se resolvió a
resistir, dictando órdenes a su ministro de Guerra, el general Ignacio Mejía, a
desplegar sus fuerzas para reprimir a los sublevados, ordenando frecuentes
ejecuciones a fin de sembrar el terror en los revolucionarios.
Para tal motivo, se organizaron dos divisiones de
tropas federales, una a las órdenes del general Sóstenes Rocha y otra a las del
general Ignacio Alatorre, mismas que fueron enviadas a atacar Oaxaca. Alatorre,
que se preparaba a atacar la plaza de Oaxaca luego de la Batalla de San Mateo,
en que derrotó a las fuerzas sublevadas que mandaba el general Luis Mier y
Terán, tomó la plaza sin mayor inconveniente pues fue abandonada por el
gobernador Felipe Díaz Mori, hermano del general, que se retiró a Tehuantepec,
donde fue muerto.
Mientras esto ocurría, la división del general
Sóstenes Rocha, luego de perseguir la columna de caballería del general
Porfirio Díaz, se internó en el centro de la República hasta cerca de la
capital, dirigiéndose a Zacatecas, donde, durante la Batalla del Cerro de la
Bufa, obtuvo la victoria sobre las fuerzas rebeldes de los generales Donato
Guerra, Jerónimo Treviño y Trinidad García de la Cadena, ocupando después a
Durango.
Mientras esto sucedía, el general Diódoro Corella
derrotó al coronel Francisco Narváez, pronunciado de San Luis, el general
Ignacio Pesqueira derrotó al general Francisco Cañedo y al general Eulogio
Parra, tomando Culiacán y Trinidad García de la Cadena ocupaba de nueva cuenta
Zacatecas, hasta que poco después fue derrotado por el coronel Jacinto Ordóñez.
Por si no fuera poco, a fines del mes de abril, el Estado de Yucatán se adhirió
al movimiento, mismo que fue reprimido por el general Vicente Mariscal. En el
Estado de Guerrero, el general Vicente Jiménez, pronunciado a favor del Plan de
la Noria, se hizo fuerte en las montañas, derrotando a las fuerzas federales y
haciendo prisionero al general Ibarra. Jiménez resistió mucho tiempo a pesar de
la gran cantidad de columnas que se enviaron para batirlo.
Ya repuestos de su derrota en la Bufa, Donato Guerra
y Jerónimo Treviño, se hicieron de Monterrey y derrotaron en junio al general
Diódoro Corella, sin embargo, meses más tarde el general Ignacio Revueltas
recuperó la plaza, obligándolos a huir a Coahuila. Rocha, con toda su división,
tomó Mazatlán luego de haberse retirado el general Manuel Márquez de León,
sublevado también, que acababa de obtener un triunfo sobre Ignacio Pesqueira. A
pesar de esto, a la salida de Rocha, el general Doroteo López volvió a ocupar
Mazatlán a favor de los rebeldes hasta la llegada del general José Cevallos
Cepeda, enviado por el Gobierno, deponiendo las armas y acogiéndose a la
amnistía promulgada.
La lucha por el poder
Una vez culminada la guerra de intervención
francesa, Juárez, que se había amparado en el artículo 128 de la Constitución
de 1857 para permanecer indefinidamente en el poder, convocó a elecciones
presidenciales, que se efectuaron el domingo 25 de agosto de 1867. Los
resultados finales fueron:
- Benito Juárez: 2.344 votos
- Porfirio Díaz: 785 votos.
Por lo tanto, el Congreso, a través del presidente
de dicho órgano, Manuel Romero Rubio, declaró a Benito Juárez como ganador de
las elecciones presidenciales y mandatario constitucional para el período
comprendido entre el 1 de diciembre de 1867 y el 30 de noviembre de 1871. El
bando oficial fue publicado en las calles de la Ciudad de México, el 23 de
septiembre.
Porfirio Díaz se sintió derrotado y abatido por el
triunfo de Juárez en las elecciones. Decidió retirarse a La Noria, donde el 2
de febrero de 1868 le fue anunciado el cese del Ejército de Oriente, que en
julio del año anterior fue reducido a sólo 4.000 soldados. Al mismo tiempo,
Juárez, por conducto de Matías Romero, Ministro de Gobernación, le ofreció encabezar
la legación mexicana en Washington D.C., Estados Unidos de América. Díaz, sin
embargo, rechazó la propuesta.
Durante 1869 y 1870, Díaz vivió en La Noria, al lado
de su esposa Delfina. Fue en esta época cuando se procrearon los hijos que
morirían en la infancia. Delfina pensó que se trataba de un asunto de índole
religiosa, ya que ellos se habían casado siendo parientes carnales y no se
obtuvo la dispensa necesaria sino hasta 1880. En La Noria, Díaz desarrolló la
fundición de cañones, pólvora y municiones, además de la agricultura. Mientras
tanto, su hermano Felipe Díaz fue electo gobernador de Oaxaca. En su período al
frente del gobierno estatal, tuvo un enfrentamiento por el impuesto a la
madera, con los habitantes de Juchitán. El 17 de febrero de 1870, el gobernador
y un regimiento de más de quinientos soldados, entró en la ciudad y mató a
varias personas, entre ellos mujeres y niños, todo esto a fin de sofocar el
levantamiento que se había producido. Antes de salir, entró con sus soldados a
saquear la iglesia del pueblo. Hizo bajar la estatua del santo patrono de
Juchitán, San Vicente Ferrer, y la arrastró por todo el pueblo, en un acto
considerado de su parte como jacobino. Meses más tarde devolvió la imagen en
una caja de madera hecho pedazos. Los juchitecos le capturaron en marzo de
1872, lo castraron y lo ejecutaron en venganza por el incidente de Juchitán
.
LA REVOLUCIÓN MEXICANA
La Revolución mexicana fue un conflicto
armado, iniciado el 20 de noviembre de 1910 con un
levantamiento encabezado por Francisco I. Madero contra el
presidente Porfirio Díaz. Se caracterizó por varios movimientos
socialistas, liberales, anarquistas, populistas y agrarios. Aunque en principio
era una lucha contra el orden establecido, con el tiempo se transformó en una
guerra civil; suele ser considerada como el acontecimiento político y social
más importante del siglo XX en México.
Los antecedentes del conflicto se refieren a la
situación de México bajo el Porfiriato. Desde 1876 el
general oaxaqueño Porfirio encabezó el ejercicio del poder en el
país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 33 años, durante
los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad
política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales, que
pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la oposición política
al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron
varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el
creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.
Cuando Díaz aseguró en una entrevista que se
retiraría al finalizar su mandato sin buscar la reelección, la situación
política comenzó a agitarse. La oposición al gobierno cobró relevancia ante la
postura manifestada por Díaz. En ese contexto, Francisco realizó diversas
giras en el país con miras a formar un partido político que eligiera a sus
candidatos en una asamblea nacional y compitiera en las elecciones. Díaz lanzó
una nueva candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis
Potosí por sedición. Durante su estancia en la cárcel se llevaron a
cabo las elecciones que dieron el triunfo a Díaz.
Madero logró escapar de la prisión estatal y huyó a
los Estados Unidos. Desde San Antonio proclamó el Plan de
San Luis, que llamaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz el 20
de noviembre de 1910. El conflicto armado tuvo lugar en primera
instancia al norte del país y posteriormente se expandió a otras partes del
territorio nacional. Una vez que los sublevados ocuparon Ciudad
Juárez (Chihuahua), Porfirio Díaz presentó su renuncia y se exilió
en Francia.
En 1911 se realizaron nuevas elecciones
donde resultó electo Madero. Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias
con otros líderes revolucionarios, que provocaron el levantamiento
de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno
maderista. En 1913 un movimiento contrarrevolucionario, encabezado
por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio
un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido como Decena
Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el
vicepresidente Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia, lo que ocasionó
la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano
Carranza y Francisco Villa. Tras poco más de un año de lucha, y
después de la ocupación, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país.
A partir de ese suceso se profundizaron las
diferencias entre las facciones que habían luchado contra Huerta, lo que
desencadenó nuevos conflictos. Carranza, jefe de la Revolución de acuerdo con
el Plan de Guadalupe, convocó a todas las fuerzas a la Convención de
Aguascalientes para nombrar un líder único. En esa reunión Eulalio
Gutiérrez fue designado presidente del país, pero las hostilidades
reiniciaron cuando Carranza desconoció el acuerdo. Después de derrotar a la
Convención, los constitucionalistas pudieron iniciar trabajos para la redacción
de una nueva constitución y llevar a Carranza a la presidencia en 1917. La
lucha entre facciones estaba lejos de concluir. En el reacomodo de las fuerzas
fueron asesinados los principales jefes revolucionarios: Zapata en 1919,
Carranza en 1920, Villa en 1923, y Obregón en 1928.
Actualmente no existe un consenso sobre cuándo
terminó el proceso revolucionario. Algunas fuentes lo sitúan en el año de1917,
con la proclamación de la Constitución mexicana,1 2 3 algunas
otras en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta o
1924 con la de Plutarco Elías Calles Incluso hay algunas que aseguran
que el proceso se extendió hasta los años 1940.
El periodista John Kenneth Turner ca.
1920, este periodista vaticinó la ocurrencia de la revolución mexicana en su
libro México bárbaro.
Porfirio Díaz, un mestizo oaxaqueño que se
destacó en los ejércitos liberales combatiendo contra grupos conservadores y
que participó en la Intervención Francesa, había asumido la
presidencia desde 1876 tras el triunfo de la rebelión de
Tuxtepec, y para el final de su séptimo mandato, en 1910, había mantenido
una dictadura de 34 años. Durante los últimos años de su
gobierno Díaz gozó de poca credibilidad y sus opositores se iban incrementando10 debido
a que se padecieron diversas crisis simultáneas en todos los ámbitos: social,
político, económico y cultural.
Antecedentes económicos y Sociales
Véase
también: Pánico financiero de 1907.
Durante la Colonia muchos pueblos pudieron
conservar algunas propiedades comunales, llamadas de forma genérica «ejidos».
La Lerdo de 1856 declaró baldías las propiedades corporativas,
particularmente las de la Iglesia y las comunidades indígenas.
Entre 1889 y 1890 el gobierno de Díaz dispuso que las
tierras comunales se hicieran parcelables. Los nuevos propietarios, no
acostumbrados a la propiedad privada, fueron estafados por particulares o
funcionarios. Como resultado mucha de la población indígena se vio sin posesión
de tierras y tuvo que emplearse en las haciendas cercanas. Otra serie de leyes
de deslinde de los años 1863, 1883 y 1894, en las que una parcela sin
su respectivo título podía considerarse como terreno baldío, propició que
aquellos que tuvieran los recursos necesarios se hicieran con grandes porciones
de tierra. Para 1910 menos del 1% de las familias en México poseían o
controlaban cerca del 85% de las tierras cultivables. Los pueblos, donde se
albergaba el 51% de la población rural, contaban con tan sólo pequeñas
porciones de tierra y la mayor parte de ella dependían de las haciendas
vecinas. Además, las leyes y la situación nacional favorecía a los hacendados,
pues eran los únicos con acceso a créditos y a proyectos
de irrigación por ejemplo. Por su parte, los pequeños pueblos y
agricultores independientes se veían obligados a pagar altísimos impuestos. Esta
situación afectó grandemente a la economía agrícola, pues las haciendas tenían
grandes porciones sin cultivar y eran menos productivas que las propiedades
menores.
Otra de las repercusiones del deslinde de tierras y
el fraccionamiento de las tierras comunales indígenas fue que algunos de ellos
se rebelaron contra el gobierno. Los conflictos, que tuvieron lugar a finales
del siglo XIX y principios del XX, fueron protagonizados
por mayas, tzotziles, coras, huicholes y rarámuris,
entre otros. Los conflictos más duraderos fueron los ocurridos
en Yucatán, Quintana Roo y Sonora. Ante dichos grupos se
tomó un política de deportación, Yucatán y Quintana Roo fueron los principales
destinos. En el norte el gobierno de Díaz tomó contra los yaquis una
política de violenta represión y deportación hacia el sur del país. El momento
cumbre contra este grupo tuvo lugar en 1908, momento para el cual entre un
cuarto y la mitad de su población había sido enviada a las plantaciones
de henequén en Yucatán. A la postre, estos grupos étnicos habrían de
colaborar con las fuerzas revolucionarias.
A principios del siglo XX comenzó la
explotación petrolera en México, aunque las concesiones se dieron a compañías
extranjeras como Standard Oily la Royal Dutch Shell. Este
proceso finalmente llevó al país a una transformación industrial.
Inversionistas extranjeros, protegidos por el gobierno, invirtieron en
industrias y explotación de materias primas, se impulsó la minería y fue
modernizada la industria textil, lo que además desarrolló el sistema ferroviario. Para
1910, ya existían 24.000 kilómetros de líneas ferroviarias.
Sin embargo, en 1907 se desató una fuerte
crisis internacional en Estados Unidos y Europa, lo que llevó a la disminución
de las exportaciones, el encarecimiento de las importaciones y la suspensión de
créditos a industriales. La situación desató un fuerte desempleo, además de que
disminuyeron los ingresos del resto.
Una sequía que tuvo lugar
en 1908 y 1909 afectó la producción agrícola, por lo
que se tuvo que importar maíz, por un valor de 27 millones de
pesos. Esta situación afectó a gran parte de la población, ya que el maíz
era parte de la dieta del 85% de la población.
La consecuente disminución en la actividad económica
del país redujo drásticamente los ingresos del gobierno. Se intentó solucionar
este problema castigando salarialmente a la burocracia y aumentando
los impuestos y la base fiscal, lo que afectó a los miembros de la
clase media, tanto urbana como rural, así como a los miembros de la clase alta
que no estaban adheridos a «los Científicos», grupo selecto de
intelectuales, profesionales y hombres de negocios que compartían las creencias
del positivismo y darwinismo social e influían en la política del país.
En términos generales, la crisis económica
desacreditó severamente la imagen presidencial y de su grupo de allegados.
Antecedentes sociales
Artículos
principales: Huelga de Río Blanco y Huelga
de Cananea.
Huelga de Cananea, 1 de
julio de 1906.
Durante el gobierno de Díaz existían numerosos
latifundios, y el 80% de la población mexicana dependía del salario rural.
Además, las tiendas de raya consistían en una práctica común en estos
lugares, en los que se otorgaban los salarios de los trabajadores en mercancía.
Mediante este sistema se lograba que los trabajadores alcanzaran tal cantidad
de crédito, que quedaban endeudados de por vida. Este sistema, junto
con prácticas que eran cotidianas como la contratación por engaño o la
adjudicación de una deuda inexistente, es conocido como «enganche», sistema que
involucraba elementos coercitivos, extraeconómicos y extralegales. La
penosa situación de muchos campesinos y grupos indígenas en vísperas de la
revolución fue ampliamente denunciado en el libro México bárbaro de J. K. Turner.
Las leyes de la nación raras veces se aplicaban
dentro de las haciendas, donde los trabajadores eran vistos como esclavos u
objetos de propiedad, existiendo prácticamente una especie
de feudalismo. En el campo además actuaba el llamado Cuerpo de
Rurales, el cual era un grupo policíaco encargado de «resguardar la paz»,
generalmente a través de métodos brutales. Otra práctica de este grupo era
la leva, o reclutamiento obligatorio.
En las ciudades, a partir
de 1906 comenzaron a surgir numerosos movimientos obreros —son
representativas en este rubro
las huelgas de Cananea y Río Blanco—, que habrían de
ser reprimidos por el gobierno mediante el uso de la fuerza militar.
Diversos intelectuales lucharon por defender los
derechos de la clase obrera, tal como el caso de Lázaro Gutiérrez de
Lara, Práxedis G. Guerrero, Juan Sarabia y Ricardo Flores
Magón, quien había alentado los movimientos obreros en Cananea y Río
Blanco. Uno de los medios de comunicación de esta línea era el
periódico Regeneración,
surgido en1900. El movimiento encabezado por estos y otros intelectuales
era de naturaleza compleja porque bebía en diversas corrientes de pensamiento,
desde la Ilustración hasta el positivismo. Los hermanos Flores
Magón llegaron a radicalizarse notablemente después de ser expulsados del
territorio mexicano. En 1908 intentaron sublevar al país
internándose por el norte, aunque el levantamiento no tuvo mayores
repercusiones y ello provocó que decayera su influencia.
Antecedentes culturales
Desde principios de siglo comenzó a cuestionarse
el positivismo, ideología que mantenía el grupo en el poder, lo que llevó
al descrédito del darwinismo social. Fue entonces cuando la mayoría
mestiza comenzó a reclamar mayor participación en la toma de decisiones, además
de que el grupo de «los Científicos» dejó de ser visto como congénitamente
superior o el único capaz de dirigir el gobierno.
Antecedentes políticos
El coahuilense Francisco I. Madero fue
cabeza del Partido Nacional Anti reeleccionista y autor del Plan
de San Luis, que convocaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz.
El sistema político del gobierno de Díaz sufrió una
severa crisis debido al envejecimiento del presidente y su camarilla, conocidos
comúnmente como «los Científicos», lo que lo volvió un sistema excluyente al
que no tenían acceso las nuevas generaciones. Por otro lado, el sistema
político de Díaz se había basado en el equilibrio de poderes entre su grupo
cercano y los seguidores de Bernardo Reyes, conocidos como «reyistas»,
pero debido a la avanzada edad del presidente, la cuestión de la sucesión
presidencial cobró más importancia. Así, los científicos redujeron el poder
político de los reyistas, quienes pasaron entonces a ser miembros
de oposición. Esta decisión además ocasionó concentración de poder
político y económico en varias regiones, tales
como Chihuahua, Morelos y Yucatán, lo que ocasionó
descontento.
MÉXICO BICENTENARIO
2010 será un año de gran presencia de
la historia en toda América Latina. Hace 200 años, en
1810, estallaban en diversos puntos de los dominios españoles
las revoluciones criollas. Por
ello México, Colombia, Argentina, Chile y Venezuela conmemoran
este año su bicentenario. Y el de México es sin dudas uno de los
más interesantes procesos históricos a estudiar.
El Bicentenario de México se celebrará el
próximo 16 de Septiembre de 2010. Si bien este no es en realidad
el aniversario de la independencia mexicana (que llegó
en 1821) fue el comienzo de la rebelión contra el sistema
colonial español.
Aquel 16 de septiembre de 1810, durante la
madrugada, estalló la insurrección del llamado grupo de los
“conspiradores de Querétaro”. El cura Miguel Hidalgo y Costilla,
uno de sus miembros, fue quién convocó al pueblo de Dolores a
la rebelión. Aquella noche Hidalgo pronunció el famoso “Grito de
Dolores”: “¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno!
¡Viva Fernando VII!”.
Luego del “Grito de Dolores” se dirigió a la cárcel
del pueblo. Junto con un pequeño grupo de campesinos, de prácticamente
nula experiencia militar y portando un improvisado armamento, tomó el presidio.
Allí tomaron algunas armas y partió Hidalgo con su ejército de
campesinos hacia Atotonilco el Grande. En Atotonilco tomó como
estandarte de la lucha revolucionaria a la Virgen de Guadalupe, el
cual se considera la primera bandera mexicana.
Su camino le llevaría luego hacia San Miguel el
Grande, donde convergieron los militares rebeldes Abasolo y Allende.
Era el comienzo de la larga lucha por la independencia de México, que no
habría de culminar hasta 1821.
CONCLUSIÓN
Como conclusión podemos tomar lo más importante de
la historia de nuestro país desde la llegada
de los españoles, hasta los sucesos históricos que sucedieron para poder lograr
la libertad ha a hora tenemos gracias al esfuerzo de los héroes de nuestra
patria que lucharon en contra de la tiranía que en ese momento se vivía lo cual
privaba de las tierras que solo tenían los acaudalados terratenientes.
Los festejos del bicentenario hacen recordar estas
grandes hazañas de los héroes de nuestro país que nos brindaron libertad y la
soberanía que ahora tenemos.
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